Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 30 ene.— En las primeras horas de la mañana del 30 de enero de 1957, hace 61 años, cinco aviones de la dictadura batistiana sometieron a un intenso bombardeo y ametrallamiento al lugar conocido por Loma de Caracas, en la Sierra Maestra, donde el núcleo inicial del Ejército Rebelde tenía instalado su primer campamento, el cual fue destruido totalmente con precisión absoluta.
Afortunadamente, el despiadado bombardeo aéreo no causó víctimas entre los 30 combatientes que integraban el grupo rebelde, ya que el Comandante en Jefe Fidel Castro había ordenado no pernoctar en el campamento al percatarse de que la zona había sido abandonada por los vecinos, huyéndole a las represalias de los soldados del régimen que bajo amenaza de muerte, le habían prohibido cualquier tipo de ayuda a los insurgentes.
Durante el ataque los rebeldes tuvieron que replegarse por los montes aledaños al campamento de Loma de Caracas, aunque previamente fueron orientados por Fidel para que se dirigieran al lugar llamado la Cueva del Humo, que sería punto de reconcentración del grupo caso de producirse alguna acción enemiga que les hiciera abandonar ese sitio de acampada.
Sin embargo, no sería hasta el primero de febrero que este núcleo inicial del Ejército Rebelde volviera a reunirse nuevamente en el Valle del Ají, pues el viejo campesino Cresencio Pérez los había trasladado hasta el nuevo campamento trayendo por demás un grupo de diez nuevos incorporados procedentes de Manzanillo, así como ropas, medicinas y otras vituallas para repartir entre los guerrilleros.
En uno de sus escritos sobre Pasajes de la Guerra Revolucionaria el Comandante Ernesto Che Guevara señaló que “al día siguiente dos de febrero, al cumplirse dos meses del desembarco del Granma, estaba un grupo homogéneo reunido … y nos sentíamos más fuertes y con mejor ánimo que nunca.
Un tema que fue objeto de análisis entre los combatientes fue la precisión de los bombardeos y ametrallamientos aéreos al campamento en Loma de Caracas, llegándose a la conclusión que el humo que despedía la cocina guió a los aviones hasta allí, por lo que más nunca durante la guerra se hicieron fogones al aire libre.
Pero hay un hecho que en esos momentos los combatientes rebeldes desconocían y es, que el guía principal de la guerrilla Eutimio Guerra, se había pasado al bando enemigo por dinero y grados en el ejército, y fue él quien en uno de los aviones los llevó hasta el lugar exacto donde se encontraba el campamento, por ese y otros hechos traidores Guerra sería juzgado y fusilado por el Ejército Rebelde.
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