Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 25 nov.— Cuando sobre las dos de la madrugada del 25 de noviembre de 1950 el Doctor Fidel Castro Ruz abordó el yate Granma, atracado en un muelle del Río Tuxpan, en Veracruz, México, y dijo al maquinista “arranca los motores y vámonos”; se iniciaba una ueva epopeya por la libertad de Cuba, que no se detendría hasta alcanzar la victoria final dos años y 36 días después, el primero de nero de 1959.
El Granma era un pequeño yate de recreo de madera de 65 pies de largo y según su diseño la capacidad era para 10 personas. Sin mbargo, cuando partió del muelle, hacinados entre armas, municiones, avituallamiento y provisiones para el viaje, en su vientre la nave levaba 82 hombres que habían decidido ser libres o mártires por cambiar el destino incierto de la Patria para un futuro mejor.
En Tuxpan la noche era tormentosa y la navegación estaba prohibida para embarcaciones pequeñas. No obstante la primera media hora la ecorría el Granma en las aguas del río normal y a oscuras, mientras que los expedicionarios hicieron silencio absoluto, como se había rdenado, para que el yate no fuera detectado por la guardia en la marina mexicana de ese punto.
Tan pronto salieron a la hondura del Golfo de México, se encendieron los focos y todos entonaron las notas del Himno Nacional cubano. La legría entre los expedicionarios era inmensa, pero fue por poco tiempo porque en el golfo la situación climática era distinta y la nave omenzó a ser azotada por grandes olas, de una mar de fuerza seis.
Ese momento de la travesía fue descrito años después por el Che, que con fino humor característico de sus narraciones señaló: “El barco ntero presentaba un aspecto ridículamente trágico; hombres con la angustia reflejada en el rostro agarrándose el estómago, uno con la abeza metida en un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito. Salvo dos o res marinos y cuatro o cinco personas más. El resto de los expedicionarios se marearon”.
Otro momento difícil de la travesía se presentó el propio 25 de noviembre en horas de la tarde, cuando la pequeña embarcación comenzó a acer agua y una de las bombas de achique no funcionaba, por lo que varios hombres tuvieron que sacar el agua con cubo durante dos oras, en tanto se sacaron algunas armas para rechazar cualquier intento de una agresión enemiga, pues la dictadura de Batista había irculado la embarcación.
Así transcurría para los expedicionarios del yate Granma su primer día a bordo de la nave, que tendría que navegar, desde el puerto de uxpan hasta la costa suroriental 1285 millas marinas, distancia calculada a recorrer en 5 días de no existir contratiempos.
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