Palma Soriano, Santiago de Cuba, 25 nov.— Fueron aquellos días de noviembre del 2016 intensos en el dolor compartido por millones, a partir de la noticia que llegó en horas de la media noche del día 25.
Palma Soriano, que había compartido con Fidel , en distintos escenarios y hechos, que lo acogió en los días gloriosos de diciembre de 1958, que lo había escuchado en alocución definitoria aquel 1ro de enero, guardó silencio para expresar su dolor y lo despidió, en el paso de una caravana luctuosa y de sentimientos de amor y Patria.
Los afligidos que depositaron flores, a los que le dieron un último adios, los que lo reverenciaron en la certidumbre de que nos guiaba desde la muerte, los que agradecidos le acompañan y acompañarán, les vale este año de ausencia para seguir diciendo. ¡Yo soy Fidel!
Un año puede ser mucho tiempo para soportar ausencias, pero a la vez, es tiempo para dejar definida la decisión de un pueblo de seguir siendo fiel a su legado, al saberlo presente en la obra que nos enseñó a modelar con las propias fuerzas, en la terquedad de los que no se dejan vencer ni doblegar.
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