Santiago de Cuba, 17 nov.— Ante la probabilidad de que el Comandante en Jefe Fidel Castro asistiera a la Décima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno a celebrarse el 18 de noviembre de 2000, en Ciudad de Panamá, terroristas de la mafia cubano-americana de Miami, encabezados por Luís Posada Carriles, proyectaron un magnicidio contra el líder de la Revolución
que de ejecutarse pudo haber devenido en una gran tragedia para el hermano pueblo istmeño.
Sin embargo, la rápida actuación de la Seguridad Cubana y la denuncia pública de Fidel e la víspera, es decir, un día como hoy, impidió que la macabra idea se llevara a vía de hecho al detener las autoridades panameñas a los complotados Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Crispín Ramón y Guillermo Novo Samper, quienes habían entrado a Panamá con pasaportes falsos.
A los detenidos se le ocuparon nueve kilos de explosivos C-4 y diagrama del Paraninfo de la Universidad de Panamá, el cual harían volar en pedazos durante la celebración en dicho lugar de un acto de solidaridad con Cuba con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, otros jefes de Estado y más de mil espectadores entre estudiantes, profesores y gente del pueblo.
Este atentado había sido detalladamente preparado con anterioridad pues ya entre agosto y septiembre de 2000 Posada Carriles y Gaspar Jiménez habían ingresado en ese país con los propios pasaportes falsos, para estudiar el escenario del masivo crimen y organizar el apoyo interno de colaboradores.
Después de la detención de los cuatro terroristas y contando con abundantes evidencias sobre la tragedia proyectada, los mismos no fueron sometidos a juicio hasta mediados de 2003 aunque el gobierno panameño, encabezado entonces por la presidenta Mireya Moscoso convirtió el proceso en una farsa que simbólicamente condenó a los asesinos a penas de entre 7 y 8 años, cuando de acuerdo a las leyes de ese país les correspondían 20 años de prisión como mínimo.
Lo más insólito de este caso fue que debido a las presiones de la mafia cubano-americana de Miami pocos días antes de terminar su mandato, el 26 de agosto de 2004, en un acto de indignidad que mereció el repudio internacional la presidenta Moscoso firmó el indulto y puso en libertad a los cuatros terroristas, quienes viajaron en un avión particular hacia Estados Unidos.
Después de salir de la presidencia, la señora Moscoso viajó a Miami conde estableció su residencia para vivir entre la inmundicia a la cual le hizo el gran favor de dejar en libertad a sus buenos chicos, entre ellos Luís Posada Carriles, autor también del crimen del avión de Barbados donde murieron 73 personas en octubre de 1976.
El fracaso del magnicidio de Panamá se inscribe en la historia como otro de las más de 600 ocasiones en que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos organizó y financió acciones para asesinar al invicto Comandante en Jefe Fidel Castro.
Sin embargo, la rápida actuación de la Seguridad Cubana y la denuncia pública de Fidel e la víspera, es decir, un día como hoy, impidió que la macabra idea se llevara a vía de hecho al detener las autoridades panameñas a los complotados Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Crispín Ramón y Guillermo Novo Samper, quienes habían entrado a Panamá con pasaportes falsos.
A los detenidos se le ocuparon nueve kilos de explosivos C-4 y diagrama del Paraninfo de la Universidad de Panamá, el cual harían volar en pedazos durante la celebración en dicho lugar de un acto de solidaridad con Cuba con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, otros jefes de Estado y más de mil espectadores entre estudiantes, profesores y gente del pueblo.
Este atentado había sido detalladamente preparado con anterioridad pues ya entre agosto y septiembre de 2000 Posada Carriles y Gaspar Jiménez habían ingresado en ese país con los propios pasaportes falsos, para estudiar el escenario del masivo crimen y organizar el apoyo interno de colaboradores.
Después de la detención de los cuatro terroristas y contando con abundantes evidencias sobre la tragedia proyectada, los mismos no fueron sometidos a juicio hasta mediados de 2003 aunque el gobierno panameño, encabezado entonces por la presidenta Mireya Moscoso convirtió el proceso en una farsa que simbólicamente condenó a los asesinos a penas de entre 7 y 8 años, cuando de acuerdo a las leyes de ese país les correspondían 20 años de prisión como mínimo.
Lo más insólito de este caso fue que debido a las presiones de la mafia cubano-americana de Miami pocos días antes de terminar su mandato, el 26 de agosto de 2004, en un acto de indignidad que mereció el repudio internacional la presidenta Moscoso firmó el indulto y puso en libertad a los cuatros terroristas, quienes viajaron en un avión particular hacia Estados Unidos.
Después de salir de la presidencia, la señora Moscoso viajó a Miami conde estableció su residencia para vivir entre la inmundicia a la cual le hizo el gran favor de dejar en libertad a sus buenos chicos, entre ellos Luís Posada Carriles, autor también del crimen del avión de Barbados donde murieron 73 personas en octubre de 1976.
El fracaso del magnicidio de Panamá se inscribe en la historia como otro de las más de 600 ocasiones en que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos organizó y financió acciones para asesinar al invicto Comandante en Jefe Fidel Castro.
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