Santiago de Cuba, 17 nov.— El destacado intelectual francés Ignacio Ramonet evocó este jueves aquí las jornadas vividas junto a Fidel Castro en esta ciudad en enero del 2003 como parte de la preparación de su libro Cien horas con Fidel.
Durante esa visita, la última que
realizara el líder a esta urbe tan entrañablemente ligada a su vida y
obra, ambos recorrieron sitios de tanta relevancia histórica como el
antiguo cuartel Moncada y la granjita Siboney, ámbitos principales del
asalto a la segunda fortaleza militar el 26 de julio de 1953.
Ramonet afirmó que si alguien dudara del cariño de los cubanos por su presidente tendría que haber visto aquella acogida que le brindaron espontáneamente, en varios de esos lugares, y en particular en el cementerio de Santa Ifigenia, adonde llegaron muy temprano en la mañana.
Sin previo aviso, acudieron cientos de personas en la medida en que se iban enterando de su presencia y allí se dieron emotivos momentos de confraternización, de muestras de amor y admiración, enfatizó.
Recordó que la noche anterior, al llegar a la ciudad, Fidel estaba como ensimismado rememorando tantas situaciones vividas en ella durante su infancia y más tarde en las luchas insurreccionales, por lo cual le propuso incluir en el programa a la casita del barrio El Tivolí.
'La visita fue, entonces, absolutamente improvisada, pero él quería mostrarme la casita del hambre, como él la llamaba', dijo el intelectual europeo al fijar aquellos días duros que vivió allí en la niñez junto a su maestra y una familia de origen haitiano, un pasaje recogido con detalles en la entrevista.
En esa modesta vivienda, ubicada en una de las alturas que dominan el paisaje urbano, los vecinos también colmaron los alrededores para expresarle su simpatía a Fidel, rememoró Ramonet.
Ramonet afirmó que si alguien dudara del cariño de los cubanos por su presidente tendría que haber visto aquella acogida que le brindaron espontáneamente, en varios de esos lugares, y en particular en el cementerio de Santa Ifigenia, adonde llegaron muy temprano en la mañana.
Sin previo aviso, acudieron cientos de personas en la medida en que se iban enterando de su presencia y allí se dieron emotivos momentos de confraternización, de muestras de amor y admiración, enfatizó.
Recordó que la noche anterior, al llegar a la ciudad, Fidel estaba como ensimismado rememorando tantas situaciones vividas en ella durante su infancia y más tarde en las luchas insurreccionales, por lo cual le propuso incluir en el programa a la casita del barrio El Tivolí.
'La visita fue, entonces, absolutamente improvisada, pero él quería mostrarme la casita del hambre, como él la llamaba', dijo el intelectual europeo al fijar aquellos días duros que vivió allí en la niñez junto a su maestra y una familia de origen haitiano, un pasaje recogido con detalles en la entrevista.
En esa modesta vivienda, ubicada en una de las alturas que dominan el paisaje urbano, los vecinos también colmaron los alrededores para expresarle su simpatía a Fidel, rememoró Ramonet.
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