Santiago de Cuba, 30 nov.—"La ciudad amaneció bajo un tiroteo general (…) El ejército revolucionario dominaba las calles (…) La población entera de Santiago, enardecida y aliada a los revolucionarios, cooperó unánimemente con nosotros (…) Era hermoso el espectáculo de un pueblo cooperando con toda valentía en los momentos más difíciles de la lucha"
Así describió Frank País García lo
ocurrido aquel memorable viernes 30 de noviembre de 1956 en Santiago de
Cuba. Fue como si aquel día otra vez la Diana Mambisa llamara a los
cubanos al combate, como el 10 de octubre de 1868, como el 24 de febrero
de 1895 o como el 26 de Julio de 1953, fechas gloriosas que de sólo
mencionarlas enardecen los corazones de patriotismo y llenan el alma de
los pueblos de esperanzas devolviéndoles la conciencia de sí mimo.
"La libertad no se mendiga, sino que se conquista don el filo del machete", y Santiago de Cuba siguió fielmente ese legado de su más grande hijo Antonio Maceo Grajales, poniendo a prueba una vez más la entereza y valentía de este heroico pueblo para apoyar el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, que debía producirse en esta fecha, según lo acordado entre Fidel y Frank País durante su última entrevista en Méjico, apenas un mes atrás.
No defraudó Santiago de Cuba esa confianza de Fidel quien conocía bien la heroicidad de los santiagueros y cuánto serían capaces de hacer para cumplir el compromiso moral de ser libres o mártires, como lo había prometido el máximo líder de la Revolución al pueblo de Cuba.
Con su extraordinaria inteligencia, capacidad de dirección y mando, Frank País García organizó todo el plan del 30 de Noviembre, quizás demasiado ambicioso, pero no imposible de cumplir por los revolucionarios. Entre las acciones estaban el bombardeo con mortero al Cuartel Moncada para impedir la salida de los soldados, el asalto y toma de las estaciones de las policías nacional y marítima, la toma del aeropuerto Antonio Maceo, la fuga de presos políticos de la cárcel de Boniato, la neutralización armada del Distrito Naval, la ocupación de las principales sede de los servicios públicos y la radio para convocar al pueblo a la insurrección y a la Huelga General Revolucionaria, entre otras acciones.
Factores adversos de última hora impidieron la ejecución total del plan. Sin embargo, más de 200 jóvenes armados se lanzaron a las calles santiagueras esa mañana vistiendo por primera vez el uniforme verde olivo, y lograron tomarla durante varias horas, al extremo que el entonces Jefe del Regimiento del Moncada, General Martín Díaz Tamayo, cursó un mensaje urgente al Estado Mayor General del Ejército en La Habana, de que los revolucionarios tenían la ciudad en su poder y solicitó refuerzos para combatirlos.
Así de grande fue la historia de ese día. No quiso el azar que como se esperaba, el Yate Granma llegara en esa fecha a la costa sur oriental cubana. El alzamiento de la ciudad no pudo ser sostenido y Frank País ordenó a los combatientes la retirada, que de ningún modo constituyó una derrota, sino más bien fue una victoria moral de las fuerzas revolucionarias y del pueblo que le apoyó, aunque hubo que lamentar la muerte de los bravos combatientes Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, devenidos en Héroes de la jornada.
Desde entonces hasta nuestros días han transcurrido 61 años. La Revolución por la que se fue al combate aquel 30 de Noviembre de 1956 es hoy vigorosa y fuerte como un roble, cuya semilla se plantó ese glorioso día en el corazón de la Patria donde estará por siempre indestructible, como lo será el recuerdo de aquella épica jornada en la que Santiago y los santiagueros encabezados por Frank País García la convirtieron en una página de hermosa intrepidez que se inscribió en la historia con letras de oro.
"La libertad no se mendiga, sino que se conquista don el filo del machete", y Santiago de Cuba siguió fielmente ese legado de su más grande hijo Antonio Maceo Grajales, poniendo a prueba una vez más la entereza y valentía de este heroico pueblo para apoyar el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, que debía producirse en esta fecha, según lo acordado entre Fidel y Frank País durante su última entrevista en Méjico, apenas un mes atrás.
No defraudó Santiago de Cuba esa confianza de Fidel quien conocía bien la heroicidad de los santiagueros y cuánto serían capaces de hacer para cumplir el compromiso moral de ser libres o mártires, como lo había prometido el máximo líder de la Revolución al pueblo de Cuba.
Con su extraordinaria inteligencia, capacidad de dirección y mando, Frank País García organizó todo el plan del 30 de Noviembre, quizás demasiado ambicioso, pero no imposible de cumplir por los revolucionarios. Entre las acciones estaban el bombardeo con mortero al Cuartel Moncada para impedir la salida de los soldados, el asalto y toma de las estaciones de las policías nacional y marítima, la toma del aeropuerto Antonio Maceo, la fuga de presos políticos de la cárcel de Boniato, la neutralización armada del Distrito Naval, la ocupación de las principales sede de los servicios públicos y la radio para convocar al pueblo a la insurrección y a la Huelga General Revolucionaria, entre otras acciones.
Factores adversos de última hora impidieron la ejecución total del plan. Sin embargo, más de 200 jóvenes armados se lanzaron a las calles santiagueras esa mañana vistiendo por primera vez el uniforme verde olivo, y lograron tomarla durante varias horas, al extremo que el entonces Jefe del Regimiento del Moncada, General Martín Díaz Tamayo, cursó un mensaje urgente al Estado Mayor General del Ejército en La Habana, de que los revolucionarios tenían la ciudad en su poder y solicitó refuerzos para combatirlos.
Así de grande fue la historia de ese día. No quiso el azar que como se esperaba, el Yate Granma llegara en esa fecha a la costa sur oriental cubana. El alzamiento de la ciudad no pudo ser sostenido y Frank País ordenó a los combatientes la retirada, que de ningún modo constituyó una derrota, sino más bien fue una victoria moral de las fuerzas revolucionarias y del pueblo que le apoyó, aunque hubo que lamentar la muerte de los bravos combatientes Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, devenidos en Héroes de la jornada.
Desde entonces hasta nuestros días han transcurrido 61 años. La Revolución por la que se fue al combate aquel 30 de Noviembre de 1956 es hoy vigorosa y fuerte como un roble, cuya semilla se plantó ese glorioso día en el corazón de la Patria donde estará por siempre indestructible, como lo será el recuerdo de aquella épica jornada en la que Santiago y los santiagueros encabezados por Frank País García la convirtieron en una página de hermosa intrepidez que se inscribió en la historia con letras de oro.
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