Santiago de Cuba, 9 may.— Llega al tintero digital un hombre que desde muy joven perdió su nombre de cuna para llamarse simplemente “Choco”. Nació en esta ciudad pero Eduardo Roca es de la Habana Vieja, de Cuba, ama a África y prefiere estar en la galería de los pueblos más allá de los grandes reconocimientos.
Desde
una entrevista en una revista especializada refirió que esta es su
ciudad pero no puede vivir en otro lugar que no sea La Habana. Dice que
la Habana Vieja es su guarida y África su remitente a la hora de definir
tonalidades y temas. Y al releer su testimonio llega la sensación que
él está más apegado a su cuna de lo que cree.
Choco afirma que del continente negro solo le queda a Cuba el color y algunas palabras.
Y a este pintor se le sigue y se le cree pues vive para su obra. Sus tonos grises y negros muy sobrios, la violencia de su pintura llega desde África, de esa tierra que se nos va con la modernidad. Y es que en Santiago se guarda una parte importante de esas tradiciones, aquí vive la negritud desde el arte.
El verde de la vieja Habana y lo afro que abunda en Santiago son toques únicos en su obra. Como icono “Choco” se identifica con las tintas negras y es que la tierra habla de lo terrenal y de sus gentes apegadas a lo real. Es este un autor de conceptos como la coherencia y el sentido; la colagrafia es su técnica más representativa.
El estar en defensa del grabado lo une más a su tierra natal, pues Santiago es un horcón fuerte en mantener la técnica milenaria a través de talentosos artistas. Choco le va a este procedimiento que es nuevo dentro de la manifestación. Comenta que no puede dejar de pintar ni de grabar, que son esos sus grandes amores.
Santiago es una suerte de galería a cielo abierto y Choco ama esa pluralidad, esa multiplicidad y ese sentido público del arte.
Entonces Choco es un santiaguero que sin estar presente en su tierra tiene a partes iguales en su corazón e imaginarios, la herencia de su Habana Vieja y Santiago.
Choco afirma que del continente negro solo le queda a Cuba el color y algunas palabras.
Y a este pintor se le sigue y se le cree pues vive para su obra. Sus tonos grises y negros muy sobrios, la violencia de su pintura llega desde África, de esa tierra que se nos va con la modernidad. Y es que en Santiago se guarda una parte importante de esas tradiciones, aquí vive la negritud desde el arte.
El verde de la vieja Habana y lo afro que abunda en Santiago son toques únicos en su obra. Como icono “Choco” se identifica con las tintas negras y es que la tierra habla de lo terrenal y de sus gentes apegadas a lo real. Es este un autor de conceptos como la coherencia y el sentido; la colagrafia es su técnica más representativa.
El estar en defensa del grabado lo une más a su tierra natal, pues Santiago es un horcón fuerte en mantener la técnica milenaria a través de talentosos artistas. Choco le va a este procedimiento que es nuevo dentro de la manifestación. Comenta que no puede dejar de pintar ni de grabar, que son esos sus grandes amores.
Santiago es una suerte de galería a cielo abierto y Choco ama esa pluralidad, esa multiplicidad y ese sentido público del arte.
Entonces Choco es un santiaguero que sin estar presente en su tierra tiene a partes iguales en su corazón e imaginarios, la herencia de su Habana Vieja y Santiago.
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