Santiago de Cuba, 16 mar.— Dicen que una imagen vale más de mil palabras, y muchas veces resulta así, ya sea en fotografía o en video, la representación visual de lo que nos rodea impacta tanto o más que una disertación al respecto.
Fue ese, quizás, el motivo para que el camarógrafo de cine Bernabé (Bebo) Muñiz Guibernau
(1925-2000), habanero asentado en Santiago de Cuba, se dedicara desde
1973 en su casa a la colección y muestra de equipos de fotografía, cine,
radio y televisión, que más tarde donaría para inaugurar el 21 de marzo
de 1992 el Museo de la Imagen, que lleva su nombre.
Ubicada en calle Ocho, número 106, entre Tres y Cinco, en el reparto Vista Alegre, de la ciudad de Santiago de Cuba, esa institución es única de su tipo en Cuba y América Latina, al atesorar una apreciable colección que recrea la historia de la captación de imágenes y los diferentes modos para hacerlas perdurables.
¿Por qué el medio radiofónico se incluye como elemento visual en ese sitio?, quizás sea una pregunta explicable por la sencilla razón que daba Muñiz Guibernau: “La radio con sus atractivos recursos es capaz de crear en el receptor imágenes sonoras”.
Ante esa afirmación, los radioaficionados asentirán.
En cuatro salas, el Museo de la Imagen alberga valiosas piezas que han servido de soporte a las expresiones artísticas vinculadas a ella, como una colección de cámaras Kodak, desde las primeras fabricadas por los franceses hasta las actuales, además de una muestra de flashes, visores estereoscópicos, lentes, fotómetros, cámaras de estudio y de espionaje.
Se exhiben allí también cámaras Bell and Howell, de 35 mm y 16 mm, algunas de las cuales registraron hechos como la caída del dictador Gerardo Machado, la expedición de Cayo Confites, el triunfo de la Revolución Cubana, la invasión mercenaria a Playa Girón y la Crisis de Octubre.
Asimismo, se conservan piezas pertenecientes al afamado documentalista cubano Santiago Álvarez, entre ellas proyectores, editoras fílmicas, empalmadoras y una moviola.
La historia de la radio y televisión cubanas tiene igualmente su espacio en ese sitio, que guarda las primeras cámaras americanas y japonesas usadas en nuestra pantalla chica, las rusas empleadas en las décadas de 1970 y 1980; así como también televisores de diversas épocas.
De la radio, se exhiben aparatos de recepción antiguos, una colección de micrófonos de carbón, una grabadora de discos de acetato y otros dispositivos.
Cuenta la institución con una sala de cine y video, y una bóveda fílmica en la que se archivan unos 300 audiovisuales en soporte de 16 mm con temas variados, de los que sobresalen originales y copias de las producciones inmortalizadas por Santiago Álvarez como el Noticiero ICAIC Latinoamericano.
Junto a los artefactos antiguos, llama la atención en ese lugar una galería de instantáneas históricas, en las que no falta la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, cuya imagen y voz fueron captadas por muchos de los equipos que atesora el museo, considerado un referente internacional para estudiar el devenir de los medios audiovisuales.
Sencillamente, un lugar único en la ciudad santiaguera donde el visitante comprobará que una imagen, o varias, pueden decir más que mil palabras.
Ubicada en calle Ocho, número 106, entre Tres y Cinco, en el reparto Vista Alegre, de la ciudad de Santiago de Cuba, esa institución es única de su tipo en Cuba y América Latina, al atesorar una apreciable colección que recrea la historia de la captación de imágenes y los diferentes modos para hacerlas perdurables.
¿Por qué el medio radiofónico se incluye como elemento visual en ese sitio?, quizás sea una pregunta explicable por la sencilla razón que daba Muñiz Guibernau: “La radio con sus atractivos recursos es capaz de crear en el receptor imágenes sonoras”.
Ante esa afirmación, los radioaficionados asentirán.
En cuatro salas, el Museo de la Imagen alberga valiosas piezas que han servido de soporte a las expresiones artísticas vinculadas a ella, como una colección de cámaras Kodak, desde las primeras fabricadas por los franceses hasta las actuales, además de una muestra de flashes, visores estereoscópicos, lentes, fotómetros, cámaras de estudio y de espionaje.
Se exhiben allí también cámaras Bell and Howell, de 35 mm y 16 mm, algunas de las cuales registraron hechos como la caída del dictador Gerardo Machado, la expedición de Cayo Confites, el triunfo de la Revolución Cubana, la invasión mercenaria a Playa Girón y la Crisis de Octubre.
Asimismo, se conservan piezas pertenecientes al afamado documentalista cubano Santiago Álvarez, entre ellas proyectores, editoras fílmicas, empalmadoras y una moviola.
La historia de la radio y televisión cubanas tiene igualmente su espacio en ese sitio, que guarda las primeras cámaras americanas y japonesas usadas en nuestra pantalla chica, las rusas empleadas en las décadas de 1970 y 1980; así como también televisores de diversas épocas.
De la radio, se exhiben aparatos de recepción antiguos, una colección de micrófonos de carbón, una grabadora de discos de acetato y otros dispositivos.
Cuenta la institución con una sala de cine y video, y una bóveda fílmica en la que se archivan unos 300 audiovisuales en soporte de 16 mm con temas variados, de los que sobresalen originales y copias de las producciones inmortalizadas por Santiago Álvarez como el Noticiero ICAIC Latinoamericano.
Junto a los artefactos antiguos, llama la atención en ese lugar una galería de instantáneas históricas, en las que no falta la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, cuya imagen y voz fueron captadas por muchos de los equipos que atesora el museo, considerado un referente internacional para estudiar el devenir de los medios audiovisuales.
Sencillamente, un lugar único en la ciudad santiaguera donde el visitante comprobará que una imagen, o varias, pueden decir más que mil palabras.
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