Por Yadiana Torres Cobas
Santiago de Cuba, 18 feb.— Entre el
silencio de monumentos, bóvedas, ángeles y cruces, el Cementerio
Patrimonial Santa Ifigenia tiene una historia que contar. Apenas salen
los primeros rayos de luz, y manos laboriosas emprenden el homenaje a
héroes y mártires de la Patria. Una flor ante la cripta, la limpieza de
las áreas, el cuidado de los jardines, de arbolado, todo sin perder un
detalle. Siempre hay no menos de 20 personas trabajando intensamente en
la conservación del patrimonio.
Una necrópolis de esta naturaleza tiene mucho mármol, piedras de Jaimanitas, granitos, y piezas en bronce. Una brigada de especialistas labora directo en esas actividades, destacó el arquitecto Omar López, Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba.
“Es un proceso continuado, porque además es un cementerio en activo donde constantemente se están haciendo enterramientos. Eso hace que se tenga que hacer un trabajo muy cuidadoso minucioso, de detalle, para que el visitante lo encuentre siempre en las mejores condiciones”, enfatizó”.
Sentimos orgullo del cementerio que tenemos, pero a la vez una enorme responsabilidad, siendo este lugar un altar de la patria necesita y merece estar en las mejores condiciones posibles. Para eso se ha organizado hace varios años un plan de revitalización.
Las historias de Santa Ifigenia
Desde las siete de la mañana, hora en que abre sus puertas, trabajadores y especialistas comienzan una humana labor con el público. Y justo a las ocho en punto, se escuchan las primeras campanadas de la Elegía a José Martí, una composición del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque en homenaje al Héroe Nacional de Cuba.
El
próximo 19 de mayo, la ceremonia más simbólica del país, cumple 15
años. Es la Guardia de Honor un homenaje de los cubanos al Apóstol, y
ahora a Fidel Castro Ruz.
Desde el pasado cuatro de diciembre, fecha en que fueran inhumadas las cenizas del legendario líder, más de 150 mil personas han visitado el camposanto, Monumento Nacional. Hermanos de otras latitudes rinden homenajes, líderes por la paz llegan aquí a reencontrar la valentía y fuerza de Fidel.
La tierra que lo vio empinarse y ganar una revolución sabe del cariño, afecto y consideración a la obra humana del Comandante. De modo que no es casual encontrar cientos de personas haciendo filas para llegar hasta el monolito y poner una flor, alzar su mano hasta la frente y decir presente, derramar una lagrima o simplemente agradecer con gestos tan sensibles como poemas, cartas, canciones, banderas o dibujos hechos por pioneros.
Santa Ifigenia hoy es un sitio de necesaria visita porque aquí están los tres padres fundadores de la revolución cubana, empezando por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria. Aquí mujeres cubanas, mambisas que como Mariana Grajales, “Madre de los cubanos”, se alzó insurrecta en la manigua y ofrendó sus hijos a la causa libertaria.Hay senderos de trovadores, de hombres de ciencia, historiadores, arquitectos. Banderas cubanas y del 26 de julio que simbolizan lugares importantes dentro del camposanto. Sitios donde descansan mártires como Frank País García, Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de julio.
Se funda 1868, prácticamente en el momento que inicia la guerra por la independencia del pueblo de Cuba, y en cada una de las etapas, en que la isla ha tenido batallas por su independencia, los restos de personalidades de Santiago y otras regiones del país, han venido a parar a este lugar.
Atesora los restos del autor del Himno Nacional Perucho Figueredo, y muchos generales de nuestra guerra por la independencia, de los jóvenes que cayeron en el Moncada.
Ciudad del silencio o museo a cielo abierto son calificativos que adopta este camposanto. Las historias de Santa Ifigenia se evidencian además en imágenes de Cristo, la réplica de la famosa Piedad de Miguel Ángel, las 95 rosas de bronce al músico y compositor cubano Compay Segundo, compases y escuadras como distintivo de enterramientos de masones, ofrendas a una deidad de la religión yoruba, y en el patio más antiguo, un sepulcro de practicantes de la religión musulmana.
“Y en el parque central, donde está la cruz más alta, el agradecimiento y cariño a familiares con flores y velas”, asegura Marta Hernández Cobas, Especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad en el cementerio para la conservación del patrimonio.
Todo el que llega a ese lugar admira su ordenamiento, limpieza y belleza. A casi siglo y medio de existencia, Santa Ifigenia se devela como interesante sitio histórico y cultural, con muchas historias aún, por contar.
Desde el pasado cuatro de diciembre, fecha en que fueran inhumadas las cenizas del legendario líder, más de 150 mil personas han visitado el camposanto, Monumento Nacional. Hermanos de otras latitudes rinden homenajes, líderes por la paz llegan aquí a reencontrar la valentía y fuerza de Fidel.
La tierra que lo vio empinarse y ganar una revolución sabe del cariño, afecto y consideración a la obra humana del Comandante. De modo que no es casual encontrar cientos de personas haciendo filas para llegar hasta el monolito y poner una flor, alzar su mano hasta la frente y decir presente, derramar una lagrima o simplemente agradecer con gestos tan sensibles como poemas, cartas, canciones, banderas o dibujos hechos por pioneros.
Santa Ifigenia hoy es un sitio de necesaria visita porque aquí están los tres padres fundadores de la revolución cubana, empezando por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria. Aquí mujeres cubanas, mambisas que como Mariana Grajales, “Madre de los cubanos”, se alzó insurrecta en la manigua y ofrendó sus hijos a la causa libertaria.Hay senderos de trovadores, de hombres de ciencia, historiadores, arquitectos. Banderas cubanas y del 26 de julio que simbolizan lugares importantes dentro del camposanto. Sitios donde descansan mártires como Frank País García, Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de julio.
Se funda 1868, prácticamente en el momento que inicia la guerra por la independencia del pueblo de Cuba, y en cada una de las etapas, en que la isla ha tenido batallas por su independencia, los restos de personalidades de Santiago y otras regiones del país, han venido a parar a este lugar.
Atesora los restos del autor del Himno Nacional Perucho Figueredo, y muchos generales de nuestra guerra por la independencia, de los jóvenes que cayeron en el Moncada.
Ciudad del silencio o museo a cielo abierto son calificativos que adopta este camposanto. Las historias de Santa Ifigenia se evidencian además en imágenes de Cristo, la réplica de la famosa Piedad de Miguel Ángel, las 95 rosas de bronce al músico y compositor cubano Compay Segundo, compases y escuadras como distintivo de enterramientos de masones, ofrendas a una deidad de la religión yoruba, y en el patio más antiguo, un sepulcro de practicantes de la religión musulmana.
“Y en el parque central, donde está la cruz más alta, el agradecimiento y cariño a familiares con flores y velas”, asegura Marta Hernández Cobas, Especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad en el cementerio para la conservación del patrimonio.
Todo el que llega a ese lugar admira su ordenamiento, limpieza y belleza. A casi siglo y medio de existencia, Santa Ifigenia se devela como interesante sitio histórico y cultural, con muchas historias aún, por contar.
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