Por Kenia Tabares Robles
Santiago de Cuba, 21 ene.— Más de 20
años lleva Hamlet Campos Beltrán en la práctica de un arte que llegó a
su vida sin proponérselo. Primero fue la maraca, luego el güiro y el
chekeré, hasta volverse un maestro en la creación de instrumentos de percusión menor.
Hasta un año estima el uso del güiro, un accesorio que se utiliza en la música de países de Centroamérica, entre ellos Puerto Rico, República Dominicana y Cuba. Su habilidad de artesano le permite reconocer cuál es el güiro de mejor calidad, incluso por como suena la cuchilla.
Pero lo que más trabajo le costó hacer fue la maraca de piel, de modo que transmitió bien temprano los conocimientos a su hijo. El pirograbado, diseño, acabado, estética y sonido son las claves que asume Hamlet Campos Ortiz, virtuoso que ve en su padre, un guía.
“Papá siempre me pide un poquito más cada día, que perfeccione las piezas y esté atento a cada detalle para que quede mejor”, aseguró.
Hamlet padre no recuerda el nombre del vetusto artesano habanero que le enseñó las herramientas del tradicional arte. Lo que sí recuerda es cuánto aprendió de él, y vive agradecido por compartir un conocimiento que, por lo general, se transmite en las familias, de generación a generación, y asegura que “los músicos lo han enseñado a perfeccionar los instrumentos, porque son exigentes”.
En su pequeño taller, ubicado en el poblado Cuabitas, municipio Santiago de Cuba, tiene un atractivo mundo. Un árbol de güira lo provee de buena parte del material que emplea en sus trabajos.
La marca HC (Hamlet Campos) patentizada en Cuba en septiembre de 2015 avala el sostenido trabajo de este equipo, pues la música cubana la llevan en el corazón.
La historia que un día comenzó con la vieja trova santiaguera irradió su efecto en artistas y orquestas cubanas como Adalberto Álvarez y su Son, Haila María Mompié, Anacaona, Eliades Ochoa, NG La Banda, Los Van Van, Tony Avila, entre otros.
“Y vienen de Japón, Francia, Estados Unidos, y claro que me siento satisfecho, lo que siento es no tener una sola cosa, no tener más años para seguir avanzando y hacerlo mejor”, dice con toda sinceridad este sencillo hombre.
Para lograr estas maravillas el arte de toda una familia es primordial. Nadie como la tía teje con tanto virtuosismo.
Los sentimientos de estos artesanos fluyen de sus manos e intelecto y
brotan. Brotan al compás de los ritmos de nuestros músicos y en
merecido agradecimiento el cariño de ellos para Hamlet. Hasta un año estima el uso del güiro, un accesorio que se utiliza en la música de países de Centroamérica, entre ellos Puerto Rico, República Dominicana y Cuba. Su habilidad de artesano le permite reconocer cuál es el güiro de mejor calidad, incluso por como suena la cuchilla.
Pero lo que más trabajo le costó hacer fue la maraca de piel, de modo que transmitió bien temprano los conocimientos a su hijo. El pirograbado, diseño, acabado, estética y sonido son las claves que asume Hamlet Campos Ortiz, virtuoso que ve en su padre, un guía.
“Papá siempre me pide un poquito más cada día, que perfeccione las piezas y esté atento a cada detalle para que quede mejor”, aseguró.
Hamlet padre no recuerda el nombre del vetusto artesano habanero que le enseñó las herramientas del tradicional arte. Lo que sí recuerda es cuánto aprendió de él, y vive agradecido por compartir un conocimiento que, por lo general, se transmite en las familias, de generación a generación, y asegura que “los músicos lo han enseñado a perfeccionar los instrumentos, porque son exigentes”.
En su pequeño taller, ubicado en el poblado Cuabitas, municipio Santiago de Cuba, tiene un atractivo mundo. Un árbol de güira lo provee de buena parte del material que emplea en sus trabajos.
La marca HC (Hamlet Campos) patentizada en Cuba en septiembre de 2015 avala el sostenido trabajo de este equipo, pues la música cubana la llevan en el corazón.
La historia que un día comenzó con la vieja trova santiaguera irradió su efecto en artistas y orquestas cubanas como Adalberto Álvarez y su Son, Haila María Mompié, Anacaona, Eliades Ochoa, NG La Banda, Los Van Van, Tony Avila, entre otros.
“Y vienen de Japón, Francia, Estados Unidos, y claro que me siento satisfecho, lo que siento es no tener una sola cosa, no tener más años para seguir avanzando y hacerlo mejor”, dice con toda sinceridad este sencillo hombre.
Para lograr estas maravillas el arte de toda una familia es primordial. Nadie como la tía teje con tanto virtuosismo.
“Y estoy orgulloso de servir a la cultura. Y es verdad que me siento orgulloso que ellos vayan con ese instrumento, con esa bandera y que representen a nuestro país en cualquier escenario del mundo”.
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