Por Esperanza Castellanos Cabrejas
Santiago de Cuba, 4 dic.— Carlos J. Finlay, insigne médico cubano nacido en esta fecha de 1833 y reconocido por sus investigaciones acerca de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos, fue el descubridor de la fiebre amarilla transmitida por el mosquito Aedes aegypti. En honor a él se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana, que se hace sentir con más fuerza en varias partes del mundo.
Santiago de Cuba, 4 dic.— Carlos J. Finlay, insigne médico cubano nacido en esta fecha de 1833 y reconocido por sus investigaciones acerca de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos, fue el descubridor de la fiebre amarilla transmitida por el mosquito Aedes aegypti. En honor a él se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana, que se hace sentir con más fuerza en varias partes del mundo.
Cuba encabeza la lista de países
que velan por una atención médica con igualdad para todos,
gracias a un sistema de salud con loables resultados dentro y fuera
del territorio nacional, que cumple con una elevada preparación
científica, humanista y ética de sus profesionales.
Este 3de Diciembre el decoro y la integridad se visten de batas blancas, abrazando la esperanza infinita de una vida mejor, sin dolores ni sufrimientos. Hombres y mujeres desafían el tiempo y la ciencia, en una búsqueda constante de nuevos tratamientos que prolonguen la existencia humana, en un mundo más propenso a enfermedades mortales.
La distancia y el recuerdo del país, la familia y los amigos que se quedan, son el incentivo para llevar nuestra medicina a quienes más lo necesiten. Es el regocijo de cumplir todos los días el ejercicio pleno de una profesión, que mueve profundamente los sentimientos y pone en alto los valores propios de una Revolución como la nuestra.
Médicos latinoamericanos que defienden con orgullo el derecho humano a la vida.
Este 3de Diciembre el decoro y la integridad se visten de batas blancas, abrazando la esperanza infinita de una vida mejor, sin dolores ni sufrimientos. Hombres y mujeres desafían el tiempo y la ciencia, en una búsqueda constante de nuevos tratamientos que prolonguen la existencia humana, en un mundo más propenso a enfermedades mortales.
La distancia y el recuerdo del país, la familia y los amigos que se quedan, son el incentivo para llevar nuestra medicina a quienes más lo necesiten. Es el regocijo de cumplir todos los días el ejercicio pleno de una profesión, que mueve profundamente los sentimientos y pone en alto los valores propios de una Revolución como la nuestra.
Médicos latinoamericanos que defienden con orgullo el derecho humano a la vida.
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