Este
antiguo ateneo de relevantes valores patrimoniales ha servido desde su
fundación como espacio para la promoción del arte y el conocimiento;
intención que hoy se le devuelve con la creación de un complejo cultural
comercial.
Por Dayron Chang Arranz
Por Dayron Chang Arranz
La casona colonial de los ateneístas santiagueros –muy
cerca del Parque Céspedes- ya muestra las modificaciones cosméticas que
revelan vivencias de siglos atrás.
Fidel Rodríguez, representante del grupo de restauradores explicó que se está trabajando en la cubierta del segundo piso salvando el patrimonio cultural y decorativo que identifica la casa. El falso techo y el montaje del piso es otra de las tareas que ocupa a estos especialistas, quienes a través de fotos logran recomponer de manera exquisita cada fragmento de la instalación destruida por el huracán Sandy y el tiempo.
De 1914 es la ambientación morisca y los mobiliarios que hoy restauran diversos grupos de decoradores imbuidos en la obra.
Reproducciones ornamentales con molduras de yeso, resanes en papel maché así como decoración de mosaicos, herrerías y fundición de lámparas en bronce confirman la minuciosidad con la que en este sitio se labora.
Cada detalle importa en el futuro del Complejo cultural comercial. El sitio, también sede del Fondo de Bienes Culturales, acondiciona una de sus dos áreas para la expoventa de obras artesanales.
La primera planta es la que está siendo preparada para la comercialización asegura Hipólito Lobaina, Responsable de Comunicación e Imagen del Fondo. El sitio también contará con una cafetería y areas gastronómicas para el expendio de diferentes servicios. La amplitud del patio se parovechará para el desarrollo de diferentes peñas y conciertos, especialmente con una pasarela para desfiles de moda. En esta última se promoverá la manifestación del textil, una de las actividades de mayor tradición dentro del fondo.
Aledaño a estos recintos se prepara una galería para la exhibición de obras de diversos artistas de la plástica y por supuesto el espacio que estará dedicado a la comercialización de las más disímiles variantes artesanales producidas en el territorio y fuera del mismo.
La segunda planta, según se observan en los diseños estará organizada con las diversas oficinas del fondo, una terraza y un amplio salón polifuncional donde se acometerán varios proyectos. Argumentó Hipólito que esta será un área más especializada para la realización de conferencias, conciertos con estructuras de pequeño formato donde destaca la música coral, lírica e instrumental.
Desde la galería hasta el salón polifuncional que se concibe en estos recintos; todo combina lo moderno con la estética de siglos atrás. Santiago de Cuba devuelve a su paisaje cultural los añejos motivos de una casona con glorias pasadas.
De glorias pasadas
Las raíces del movimiento ateneísta en Oriente se remiten a finales de la década del setenta, del siglo XIX. En sus Crónicas de Santiago de Cuba, Emilio Bacardí habla de intentos por formar un Ateneo a finales de 1878, cuando un grupo de distinguidos intelectuales se dirigía al Gobernador español de la provincia, solicitándole autorización para fundar en la ciudad un “Liceo Científico, Artístico y Literario”.
El 6 de septiembre de 1914, quedó constituido el Ateneo de Santiago el que primeramente adoptó este nombre, pero luego sus miembros decidieron denominarlo Ateneo de Santiago de Cuba.
Entre las actividades efectuadas por la sociedad ateneísta tenemos las Conferencias informativas de actualidad, las Veladas artísticas o fúnebres, Actividades patrióticas, Homenajes a figuras, hechos de relevancia en la historia y la cultura, intelectuales de la ciudad o aquellos que la visitaban asi como conferencias de promoción cultural, histórica y científica.
El Ateneo era el centro cultural en la ciudad, y contribuyó de manera eficaz al engrandecimiento de la cultura cubana, al reunir el elemento intelectual santiaguero en una actividad cultural coherente y organizada. Estimulaba la formación de instituciones similares en todas las ciudades y poblados de importancia dentro de la región oriental.
Bravo Correoso es una figura dolorosamente olvidada, que tuvo una vida digna de ser reconocida. Su vocación ateneísta se recoge desde los inicios de esta institución en 1914 cuando presidió la sección de Ciencias Jurídicas, en la cual desarrolló una importante labor como conferencista por un período de dos años.
En 1916 asume la presidencia del ateneo en lo que sería la Tercera Junta Directiva hasta 1917 que al asumir la presidencia de la institución Emilio Bacardí Moreau, prosigue con su labor a favor de la cultura local. Por eso fue escogido su nombre, porque simboliza a toda una generación digna, patriótica y muy cubana.
El salón de protocolo de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo fue la sede de este acto, que contó con el entusiasmo y decisión de los intelectuales de la Ciudad Héroe, de tener una institución de carácter civil y no gubernamental que, a partir de ese momento sería vital promotora de la cultura cubana y en especial del territorio oriental.
En el encuentro se le dio lectura a los Estatutos y Reglamentos del Ateneo, sometiéndose a votación, siendo aprobados unánimemente por los 206 asistentes, que refrendaron los mismos.
El Ateneo Lic. Antonio Bravo Correoso, fue el primero de su tipo después del Triunfo de la Revolución, contó con una Junta Directiva de seis miembros, encabezada por el Lic. Eliades Acosta Matos, con la para aquel entonces profesora Olga Portuondo y el pintor Carlos René Aguilera Tamayo como vicepresidentes y el también pintor Antonio Ferrer Cabello y los licenciados Guillermo Orozco y Manuel Gómez como vocales. Miguel A. Botalín, otro intelectual santiaguero de larga trayectoria, fue elegido comisario de la misma.
Esta institución, no suplantó funciones de otras (gubernamentales o sociales), contó con miembros de honor, nacionales y extranjeros como Ramona Ruíz Bravo, María Ruíz Bravo y José Ruíz Bravo, familiares del Lic. Antonio Bravo Correoso, entre otros compañeros aprobados por unanimidad, figuraban el Comandante en Jefe Fidel Castro, el para entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro; el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque; el para entonces Ministro de Cultura Armando Hart Dávalos y el profesor y ensayista José A. Portuondo.
Con una voluntad integradora y un ambiente propicio para la confluencia, el intercambio de criterios e iniciativas, el Ateneo santiaguero unificó más de 200 miembros en sus inicios, cifra que fue ascendiendo en la medida que se consolidó el trabajo entorno a los proyectos culturales que funcionaron y a través de los cuales se materializó la vitalidad de dicha institución.
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