Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba 18 dic.— Después del arribo del Yate Granma a la costa suroriental cubana el 2 de diciembre de 1956 y afrontando no pocas dificultades, los 82 expedicionarios llegaron el día 5 al lugar conocido por Alegría de Pío, donde fueron sorprendidos por el ejército de la tiranía originándose un desigual combate, que provocó la muerte de 3 de ellos y la dispersión por la zona de los restantes 79.
Santiago de Cuba 18 dic.— Después del arribo del Yate Granma a la costa suroriental cubana el 2 de diciembre de 1956 y afrontando no pocas dificultades, los 82 expedicionarios llegaron el día 5 al lugar conocido por Alegría de Pío, donde fueron sorprendidos por el ejército de la tiranía originándose un desigual combate, que provocó la muerte de 3 de ellos y la dispersión por la zona de los restantes 79.
Sin embargo, en el transcurso de los
días un grupo de expedicionarios fue capturado y asesinado, otros hechos
prisioneros, algunos lograron evadirse de la zona y regresar a sus
hogares, mientras que unos pocos se internaron en el monte con el
objetivo de proseguir la lucha y cumplir con la palabra empeñada de ser
libres o mártires.
Después de varios días de marcha con hambre, sed, frio y el ejército pisándoles los talones, los expedicionarios, doce en total, lograron reunirse en la finca de Mongo Pérez, en Purial de Vicana y en la noche del día 18 de diciembre todos se reencontraron con Fidel que desde hacía varios días se encontraba en ese lugar.
Lo más significativo de este histórico reencuentro fue el diálogo que se produjo entre Fidel y Raúl, en el sitio conocido por 5 Palmas, cuando el Comandante en Jefe le preguntó a su hermano que cuántos fusiles traía y al responderle este que cinco, el líder exclamó: ¡Cinco tú y dos yo! ¡Ahora si ganamos le guerra!
Siete fusiles y 12 hombres bastaban para hacer y ganar la guerra. El tiempo confirmó la certeza de esa frase, porque esos fusiles y hombres en el transcurso de los días y meses se fueron multiplicando hasta conformar el Ejército Rebelde, que dos años y un mes después del Granma derrotaban a la tiranía y alcanzaba la libertad de la patria definitivamente el primero de enero de 1959.
Recordar este pasaje de nuestra historia de lucha más reciente reconforta y anima los espíritus y corazones de los cubanos, porque ese reencuentro de Fidel y Raúl el 18 de diciembre de MIL 956 nos dejó la lección de que la voluntad, el optimismo, la lealtad y firmeza a la causa abrazada, sólo puede tener como resultado la victoria.
Después de varios días de marcha con hambre, sed, frio y el ejército pisándoles los talones, los expedicionarios, doce en total, lograron reunirse en la finca de Mongo Pérez, en Purial de Vicana y en la noche del día 18 de diciembre todos se reencontraron con Fidel que desde hacía varios días se encontraba en ese lugar.
Lo más significativo de este histórico reencuentro fue el diálogo que se produjo entre Fidel y Raúl, en el sitio conocido por 5 Palmas, cuando el Comandante en Jefe le preguntó a su hermano que cuántos fusiles traía y al responderle este que cinco, el líder exclamó: ¡Cinco tú y dos yo! ¡Ahora si ganamos le guerra!
Siete fusiles y 12 hombres bastaban para hacer y ganar la guerra. El tiempo confirmó la certeza de esa frase, porque esos fusiles y hombres en el transcurso de los días y meses se fueron multiplicando hasta conformar el Ejército Rebelde, que dos años y un mes después del Granma derrotaban a la tiranía y alcanzaba la libertad de la patria definitivamente el primero de enero de 1959.
Recordar este pasaje de nuestra historia de lucha más reciente reconforta y anima los espíritus y corazones de los cubanos, porque ese reencuentro de Fidel y Raúl el 18 de diciembre de MIL 956 nos dejó la lección de que la voluntad, el optimismo, la lealtad y firmeza a la causa abrazada, sólo puede tener como resultado la victoria.
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