Plaza de la revolución

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lunes, 29 de diciembre de 2014

Oficio con arte y pasión


Oficio con arte y pasiónPor Coral Vázquez Peña

Santiago de Cuba, 29 dic.— En esta época del año en que se visitan las amistades, las familias comparten con más frecuencia y en que muchos disfrutan de unas merecidas vacaciones, uno recuerda a personas que hace tiempo no ve.

Y en este punto hago un alto, pues acude a mi mente Miguel Fuentes Quiala, quizás un nombre desconocido para muchos y muy querido para otros pero fue hace un tiempo el barbero de más edad que vivía en Santiago de Cuba.

Conversar con él era como leer un libro de historia o vivir una película porque según me narran sus clientes era tan ducho en su oficio como en la oratoria.

Recuerdo que en un diálogo con él decía que diciembre no era un mes más para los barberos y las barberas, los peluqueros y las peluqueras, por lo menos en Cuba.

“Pues con las festividades de fin e inicio de año, quienes pertenecían al gremio rendían homenaje a Juan Evangelista Ramos, el hombre que valiéndose de su labor e influencia en un representante de la cámara logró que desde 1946 se creara la caja de retiro”, evocaba siempre Miguel.

Lo cierto es que la historia de este oficio es tan añeja como la sociedad misma y el servicio que prestan resulta, yo diría que muy necesario para la vida y la espiritualidad de las personas.

Cuentan que hace unos cuantos siglos existía una peculiar profesión que era la de cirujano- barbero, cuya labor era desemejante pues igual cortaban la barba y el pelo que hacían sangrías, extraían muelas o blanqueaban los dientes.

Dicen que el oficio surgió por las disputas de los gremios de cirujanos y barberos, ya que los primeros eran gente con estudios, y que los segundos aunque cobran más,

eran más solicitados por la diversidad de servicios que prestaban, y muchos contaban con la confianza de nobles a los que prestaban sus servicios y que no creían demasiado en la medicina de la época.

Quienes se desempeñan en estos menesteres se compenetran tanto con quien recibe los beneficios que casi llegan a formar parte de una familia, por lo menos a mí me sucede y si no que lo diga el estilista Rubén Alejandro, Olga su progenitora o sus hermanas y sobrinos. 

Lo mismo podría decir de Zenón Vizarro que armado con tijeras y secadores difícil encontrar a una santiaguera que no se haya sentido deslumbrada por esos peinados y cortes que han marcado el estilo de cada época en Santiago de Cuba y en la mayor de Las Antillas.

Por eso vaya la felicitación a estos profesionales de la belleza a la vez que sus más fieles guardianes que se esmeran en demostrar los primores que atesoran en la profesión y que día a día se esfuerzan por su elevación con habilidad, destreza creatividad, gusto, conocimiento y estética.

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