Pudieran parecer simples palabras "Permiso", "Buenos
días", "Por favor", "En qué puedo servirlo", "Hasta luego", “Ojalá”,
entre muchas otras…
Lo cierto es que en la actualidad, cuando escucho a alguien pronunciarlas me asombro y pienso, parecería que estuviera en otra época, otro mundo, pero no.
Resulta que esos, los que hacen el uso correcto del lenguaje esos son los que como dijera Martí, aman y construyen un medio ambiente mas sosegado, atemperado a las exigencias de la Revolución educacional que se inició a partir de enero de 1959.
Cuando escuchamos que algunos comentan que antes, cuando mis abuelos, era diferente la educación que los niños y niñas recibían, debido a que existía el respeto hacia todo pero en particular a las personas de mayor edad, tan solo con la mirada el pequeño sabia que no debía de estar, salir o sentarse, callarse o simplemente retirarse, resulta realmente algo para ponerse a pensar.
Pero los tiempos cambian y así el desarrollo de la vida y con ella las costumbres y hábitos, lo que no justifica para nada la chabacanería, la vulgaridad, el irrespeto a las instituciones y personas y mucho menos hacer mal uso de estas palabras tan bellas, que hacen un día más placentero y no nos cuesta nada utilizarlas de manera habitual al dirigirnos a otro ciudadano sea quien sea.
Pienso que todos somos responsables de su uso, al igual que de la formación y educación de nuestros hijos y nuestros vecinos, incluso de aquellos que veamos por primera vez en la vida y que al escucharlos nos percatemos que está faltos de orientación respecto a la usanza de estas palabras mágicas.
Así desde la casa, más tarde en la escuela y en los centros laborales se deben mantener las influencias de los buenos modales al dirigirnos a un compañero, a un superior, a un visitante, en fin a todos aquellos que forman parte del entorno social en que uno se encuentre.
Hacemos un llamado especial a los jóvenes pues son los más vulnerables en este sentido, ya que asumen como moda el uso de palabras que de manera inconsciente incorporan a su vocabulario diario en contra de las buenas costumbres y normas idiomáticas, con el afán de parecer más actuales y más a la moda.
No obstante desde lo personal uno trata de requerir ciertos estilos y comportamientos de algunos que no siempre tienen la conducta apropiada. Aunque recibamos una mala contesta o escuchemos una frase como esta: ¡Mi tía póngase a la moda que su antivirus no funciona!
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