Por Israel Hernández Planas
Santiago de Cuba, 19 nov.— Largos años de construcción con jornadas intensas sin descanso para rehacer tres sistemas de acueductos, y la inversión de más de 150 millones de pesos legaron a la ciudad de Santiago de Cuba de un moderno sistema de acueducto para beneficiar a más de medio millón de habitantes.
Santiago de Cuba, 19 nov.— Largos años de construcción con jornadas intensas sin descanso para rehacer tres sistemas de acueductos, y la inversión de más de 150 millones de pesos legaron a la ciudad de Santiago de Cuba de un moderno sistema de acueducto para beneficiar a más de medio millón de habitantes.
Cuando se colocó el último tramo de
tubería muchos abrieron sus brazos para estrechar a los miembros de las
brigadas de recursos hidráulicos que participaron en esta colosal obra
de ingeniería. El problema de carencia de agua en una ciudad
superpoblada sería historia o al menos eso pensaron todos pero la
práctica deparó un obstáculo más por vencer.
Luego de las reparaciones físicas y el abasto inmediato a miles que nunca habían recibido agua con sistematicidad aparecieron algunas zonas cuyas redes sólo sintieron llenura en las pruebas y de ahí continuaron los ciclos de distribución extendidos, fundamentalmente en las zonas altas de la urbe.
Comenzó entonces un complejo proceso de calibrado de redes, algo a los que los ingenieros confieren el éxito definitivo en la obra del siglo. Luego de dos años continúa este proceso que va equilibrando poco a poco las presiones y la distribución por toda la ciudad.
La calibración de redes de redes hidráulicas es una tarea vital para un renovado acueducto, pues permite detectar zonas con problemas, modelar cambios de operación y mantenimiento, ver donde se concentran las mayores fugaz debido a fallas y así brindar un servicio de total calidad al usuario que recibe el agua. Se ajusta de esta manera todo el sistema de tuberías y válvulas que fue extendido subterráneamente en la ciudad de Santiago de Cuba.
Por eso brigadas pertenecientes al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos se diseminan hoy por barrios de complejidad para los bombeos en aras de insertar las válvulas que faltan y así lograr las presiones ideales en las tuberías permitiendo que el agua llegue hasta los sitios más altos. A pesar de que estas zonas reciban los últimos ajustes quedó evidenciado que por ser usuarios residentes en zonas elevadas se afectaban mucho al recibir agua por las zonas más bajas donde en ocasiones el derroche por parte de vecinos y empresas era excesivo. Ahora una parte la pone el INRH y otros deberá ponerla la población toda vez que Santiago de Cuba se enfrenta a una de las sequías más intensas de los últimos años.
Hoy cuando la villa se acerca a su aniversario 500 no sólo su silueta exterior exhibe una nueva fisonomía. Debajo de las calles está tendido un entramado de tuberías de polietileno de alta densidad, y esto garantiza que por muchos años la ciudad cuente con redes resistentes a la humedad, a la corrosión y a los movimientos telúricos. Cuando se ajuste el sistema, la obra del siglo seguirá incrementando agradecidos en una urbe donde verdaderamente la carencia de agua será historia.
Luego de las reparaciones físicas y el abasto inmediato a miles que nunca habían recibido agua con sistematicidad aparecieron algunas zonas cuyas redes sólo sintieron llenura en las pruebas y de ahí continuaron los ciclos de distribución extendidos, fundamentalmente en las zonas altas de la urbe.
Comenzó entonces un complejo proceso de calibrado de redes, algo a los que los ingenieros confieren el éxito definitivo en la obra del siglo. Luego de dos años continúa este proceso que va equilibrando poco a poco las presiones y la distribución por toda la ciudad.
La calibración de redes de redes hidráulicas es una tarea vital para un renovado acueducto, pues permite detectar zonas con problemas, modelar cambios de operación y mantenimiento, ver donde se concentran las mayores fugaz debido a fallas y así brindar un servicio de total calidad al usuario que recibe el agua. Se ajusta de esta manera todo el sistema de tuberías y válvulas que fue extendido subterráneamente en la ciudad de Santiago de Cuba.
Por eso brigadas pertenecientes al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos se diseminan hoy por barrios de complejidad para los bombeos en aras de insertar las válvulas que faltan y así lograr las presiones ideales en las tuberías permitiendo que el agua llegue hasta los sitios más altos. A pesar de que estas zonas reciban los últimos ajustes quedó evidenciado que por ser usuarios residentes en zonas elevadas se afectaban mucho al recibir agua por las zonas más bajas donde en ocasiones el derroche por parte de vecinos y empresas era excesivo. Ahora una parte la pone el INRH y otros deberá ponerla la población toda vez que Santiago de Cuba se enfrenta a una de las sequías más intensas de los últimos años.
Hoy cuando la villa se acerca a su aniversario 500 no sólo su silueta exterior exhibe una nueva fisonomía. Debajo de las calles está tendido un entramado de tuberías de polietileno de alta densidad, y esto garantiza que por muchos años la ciudad cuente con redes resistentes a la humedad, a la corrosión y a los movimientos telúricos. Cuando se ajuste el sistema, la obra del siglo seguirá incrementando agradecidos en una urbe donde verdaderamente la carencia de agua será historia.
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