Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 14 oct.— Otro de los crímenes terroristas de Estados Unidos contra Cuba, lo fue el asesinato el 14 de octubre de 1961 del obrero cubano Rubén López Sabariego, en la Base Naval de Guantánamo, quien se desempeñaba como chofer en ese enclave militar yanqui.
Santiago de Cuba, 14 oct.— Otro de los crímenes terroristas de Estados Unidos contra Cuba, lo fue el asesinato el 14 de octubre de 1961 del obrero cubano Rubén López Sabariego, en la Base Naval de Guantánamo, quien se desempeñaba como chofer en ese enclave militar yanqui.
López Sabariego había sido detenido el
30 de septiembre de 1961 por militares de la base y a pesar de la
denuncia de su esposa y el reclamo de que fuera puesto en libertad, las
autoridades norteamericanas negaron tenerlo prisionero.
No fue hasta el 19 de octubre de 1961 que la Agencia de Noticias UPI de Estados Unidos informó de la aparición en una fosa poco profunda en el interior de la base de un cadáver que correspondía al trabajador cubano.
Dada la persistencia de la esposa el cadáver del humilde chofer le fue entregado el 21 de octubre por la posta de la instalación militar y al ser examinado su cuerpo por médicos forenses cubanos comprobaron que presentaba numerosas huellas de tortura, determinándose que la muerte había ocurrido entre el 13 y el 14 de octubre de MIL 961.
El cadáver de Rubén López presentaba fracturas en el cráneo, en el pómulo derecho y el costillar izquierdo, heridas de bayoneta en el abdomen y una lesión en el corazón que le provocó la muerte.
Al ser devuelto su cadáver el 21 de octubre, la esposa de Sabariego entregó al capellán de la base 50 dólares que había recibido de las autoridades norteamericanas como supuesta ayuda o compensación por los daños causados.
Ese fue el precio que el imperio pretendió pagar por el crimen de este humilde obrero cubano, hijo de un pueblo que ni se rinde ni se vende, y que 53 años después del asesinato de Rubén López Sabariego se mantiene con la misma decisión de luchar hasta la victoria final como el mejor homenaje a los que han caído por la patria.
No fue hasta el 19 de octubre de 1961 que la Agencia de Noticias UPI de Estados Unidos informó de la aparición en una fosa poco profunda en el interior de la base de un cadáver que correspondía al trabajador cubano.
Dada la persistencia de la esposa el cadáver del humilde chofer le fue entregado el 21 de octubre por la posta de la instalación militar y al ser examinado su cuerpo por médicos forenses cubanos comprobaron que presentaba numerosas huellas de tortura, determinándose que la muerte había ocurrido entre el 13 y el 14 de octubre de MIL 961.
El cadáver de Rubén López presentaba fracturas en el cráneo, en el pómulo derecho y el costillar izquierdo, heridas de bayoneta en el abdomen y una lesión en el corazón que le provocó la muerte.
Al ser devuelto su cadáver el 21 de octubre, la esposa de Sabariego entregó al capellán de la base 50 dólares que había recibido de las autoridades norteamericanas como supuesta ayuda o compensación por los daños causados.
Ese fue el precio que el imperio pretendió pagar por el crimen de este humilde obrero cubano, hijo de un pueblo que ni se rinde ni se vende, y que 53 años después del asesinato de Rubén López Sabariego se mantiene con la misma decisión de luchar hasta la victoria final como el mejor homenaje a los que han caído por la patria.
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