Por Kenia Tabares Robles
El debate acerca del buen hablar entre los cubanos tiene en la Doctora en Ciencias Lingüísticas Irina Bidot Martínez sugerentes puntos de reflexión. Para la también Vicedecana de Investigaciones de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Oriente existe un vínculo indisoluble entre la comunicación, el lenguaje y la sociedad. Cuando hablamos de lengua, de comportamientos lingüísticos, estamos refiriéndonos a comportamientos sociales. De ahí que en dependencia de las características individuales socioculturales, así será su comportamiento lingüístico.
A la hora de valorar que una persona habla bien o mal, también se debe tener presente su nivel de instrucción, ocupación, y otros elementos como el género y la edad.
En nuestro país existen diversos comportamientos lingüísticos. Hay individuos que tienen un actuar adecuado a los patrones establecidos; sin embargo, otros están influenciados por conductas y modos impropios.
En el caso de los santiagueros es igual que el de los habaneros y de cualquier hispanohablante. Pero el buen hablar no está signado por lugares de nacimiento o donde viven las personas, sino más bien por sus comportamientos.
Aunque no podemos olvidar que nuestra lengua es un proceso evolutivo que forma parte del latín vulgar, donde también puede haber incidencia de los estratos más bajos de la sociedad, y que puede ser desde el punto de vista histórico.
La Profesora Titular del Departamento de Letras dice que el mal hablar generalmente lo asociamos con la omisión de ese (s) o eses (ss), incorrecciones en el comportamiento lingüístico, omisiones de fonemas, la utilización de malas palabras que maltratan la lengua.
Y agregó que nuestra lengua es muy hermosa, muy rica y a veces la maltratamos con malas palabras que laceran el idioma, pero también a las personas. No olvidemos que son los seres humanos los que hacen uso del lenguaje y lo conducen en el desarrollo de la sociedad.
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