Por Noris Rosado Figueredo
Santiago de Cuba, 27 feb.— Actualmente se proyecta en la sala del cine Rialto, en esta ciudad caribeña, el filme cubano Conducta, del realizador Ernesto Daranas. Una obra cultural, que llama a la reflexión a todos los integrantes de la sociedad, en especial a los educadores.
De Conducta, dos aspectos llaman la atención: el tema social que aborda y la enseñanza, así como el hecho de que los espectadores, jóvenes en su mayoría, aplauden al final de la película, como muestra de aprobación de la propuesta educativa.
En estas líneas, no se hace crítica de cine, no se analiza si el tiempo de duracíón pudo ser menor o mayor ni si los planos son cortos o largos. No, son otros los puntos de vista.
En realidad Conducta llega a los espectadores, porque toca un tema latente en nuestra sociedad, porque existen, por un lado muchos Chala, el estudiante con problemas de conducta social, debido al medio donde vive, con una con una madre alcohólica, que hace que se inviertan los papeles, y por otra, pocas Carmela, la maestra capaz de preocuparse por sus alumnos, no sólo en el aula.
No es menos cierto, que entre el hogar, la escuela y la comunidad, el maestro es el eslabón fundamental en la formación de valores.
La familia está obligada a proteger a los menores y hacer de ellos hombres y mujeres de bien, pero a la escuela y al maestro en particular, corresponde el deber de conocer quiénes son sus alumnos, qué problemas los afectan, intercambiar ideas con ellos, darle participación en clases, hacerlos sentir parte real del colectivo y tratar de encaminar o solucionar las dificultades.
Debo siginificar que el educador, ya sea de primaria o secundria, que no se sienta capacitado para esa labor, como dice Carmela, en Conducta, que deje la profesión.
Para el final, dos recomendaciones: que todos los maestros vean el filme, de forma espontánea o dirigida por las direcciones de educación y, que luego pongan en práctica todo lo positivo que brinda Conducta.
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