Por Kenia Tabares Robles
Santiago de Cuba, 17 feb.— Han transcurrido 133 años desde que el joven José Martí visitara en Venezuela, la estatua ecuestre de Simón Bolívar. Desde entonces dicen que las ideas del Libertador tomaron cuerpo en el Apóstol, en la lucha por una América unida.
Por eso resultó familiar que el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías inclinara su corazón en el Mausoleo al Héroe Nacional Cubano, en su visita a la ciudad de Santiago de Cuba. Ante la loza que guarda sus restos mortales rindió tributo al más universal de los cubanos.
Este suceso acontecido hace siete años, refleja la alianza histórica que une a estos grandes próceres latinoamericanos, porque Chávez actualizó las ideas libertarias de Bolívar y Martí.
Y justamente en la Ciudad Héroe, Cuna de la Revolución, Chávez encontró a un pueblo que recibía al amigo, al hermano. Es difícil describir el clamor y la alegría en las calles… pioneros, jóvenes y hasta abuelos aclamaban "Chávez te queremos", mientras que miles de banderas venezolanas y cubanas coloreaban las principales avenidas de la ciudad, para darle la bienvenida al querido Presidente de Venezuela.
Dicen que sintió la presión del afecto a tal punto que quería lanzarse a esta avalancha de pueblo, de amor, de amor del bueno, porque aquí había "conocido la otra mitad del mundo".
Recuerdo ese momento, era la primera vez que recibía a un presidente, todavía no había concluido mis estudios universitarios… Yo estuve ahí entre la multitud, había mucha expectación, nadie se movía, no recuerdo haber visto tanta alegría y desesperación en la gente. Ese sentimiento de unidad galopaba en mis entrañas. No podía perderme el momento de ver tan cerca a un hombre de su estirpe… Esperé durante horas hasta que llegó a las inmediaciones del Cementerio Santa Ifigenia, y también grité ¡Viva Chávez!, y agité mis manos para saludarlo.
Desde entonces seguí sus huellas a través de los medios de comunicación y conocí que el gobierno de la provincia de Santiago de Cuba le entrególa Réplica del machete del Lugarteniente General Antonio Maceo, el escudo de la provincia, y el fusil que acompañó a Fidel en la lucha guerrillera.
A la ciudad de Santiago de Cuba Chávez siempre quiso venir porque aquí hubo un Moncada, un 30 de noviembre, un primero de enero. Aquí a cada paso hay una historia que contar, una historia que hicieron los hombres y mujeres de esta tierra heroica, y que el líder bolivariano admiró.
Desde entonces Chávez se quedó en Santiago de Cuba. Dejó multiplicada su sonrisa, su amistad, su simpatía y su infinito amor en miles de corazones, ese que ejemplifica la grandeza humana del insustituible amigo de Cuba.
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