Tomado de infodeportivas
En medio del mutismo de la Comisión Nacional de Béisbol en torno los hechos ocurridos en el Estadio Latinoamericano durante el primer juego de la sub-serie Matanzas-Industriales que dieron lugar a la expulsión del mentor Víctor Mesa, ahora viene a sumarse una revelación muy comprometedora para la entidad que rige los destinos de nuestro deporte nacional.
Según la versión digital del diario Juventud Rebelde la exclusión del lanzador Yasiel Lazo de la nómina del equipo yumurino, atribuida por la Comisión Nacional de Beisbol a hepatitis viral tipo A -según se anunció en la Circular No.2 de la segunda fase de la Serie Nacional 52- en verdad obedeció a una expulsión expresa hecha por el director de los Cocodrilos, tal como lo deja en claro el propio serpentinero en entrevista concedida al rotativo de la juventud cubana.
Nos abocamos entonces a una mentira suscrita por la Comisión Nacional para encubrir una decisión que vulnera uno de los puntos del reglamento de la competencia, según el cual la baja de un jugador de la nómina oficial sólo puede obedecer a una indisciplina o a una enfermedad. Como queda claro en el caso que nos ocupa, ni lo uno ni lo otro.
Por otra parte, en el diálogo periodístico Yasiel Lazo confiesa que el árbitro actuante en el juego de marras le hizo una advertencia previa a la expulsión lo cual echa por tierra las aseveraciones de Mesa, enarboladas para justificar la decisión de enviar a la lomita a un jugador de cuadro.
Ante situación tan escabrosa es una obligación elemental de la Comisión Nacional esclarecer a la brevedad esta censurable conducta que echa lodo y descrédito sobre la ya muy cuestionada entidad.
A continuación reproduzco en beneficio de los lectores la entrevista referida, que refrenda el colega Raiko Martin
A raíz de lo sucedido en el estadio Latinoamericano durante el primer juego de la subserie Matanzas-Industriales, correspondiente a la segunda fase de la presente Serie Nacional de Béisbol, muchos se preocuparon por el destino del lanzador Yasiel Lazo, quien fuera expulsado ese día después de propinar dos pelotazos a jugadores del equipo capitalino.
Entonces, se comenzó a especular sobre la posible separación del jugador de las filas del elenco yumurino. Por eso, en la edición del pasado 5 de abril aclaramos —previa consulta a la Comisión Nacional— que el muchacho se mantenía en la nómina de los 37 jugadores inscritos por el equipo matancero.
Sin embargo, cinco días después, llegó a esta redacción la Circular No. 2 de la segunda fase de la 52 Serie Nacional, emitida por la Dirección Nacional de Béisbol. En la misma, el órgano encargado de velar por los destinos del pasatiempo nacional, anunciaba la baja del lanzador Yasiel Lazo Meneses, causada por una hepatitis viral tipo A.
La publicación de la noticia en nuestras ediciones impresa y digital multiplicó la avalancha de comentarios, la mayoría desmintiéndola. No pocos lectores —con palabras muy duras— cuestionaron la ética y la profesionalidad de este redactor. También, el prestigio ganado con tanto esfuerzo por este diario.
Casi todos nos conminaban a verificar la veracidad de la información oficial suministrada. La duda estaba latente.
Como es nuestro deber, un equipo de JR se trasladó en la tarde del viernes hasta el estadio del combinado deportivo Francisco Cardona, bajo un implacable sol casi insoportable hasta para los más sanos. Y allí estaba Yasiel, calentando a toda máquina para comenzar, junto a sus compañeros, el entrenamiento de los aspirantes a representar al municipio de Diez de Octubre en la ya cercana Serie Provincial.
Previa autorización del director, Yasiel, sin titubeos, comenzó a responder las preguntas, ya familiares por reiterativas.
—¿Cómo te enteras de que ya no formabas parte del equipo de Matanzas?
—En el mismo momento que ocurrieron los incidentes. El director me comunicó que ya yo no formaba parte del equipo. Me dijo: «Entrega las cosas, que te vas». De hecho, ese mismo día abandoné el hotel.
«Al otro día se habló en el programa Antesala, de la televisión, de mi baja, pero no fue hasta dos días después que algunos amigos me llamaron temprano para interesarse por mi salud, pues habían leído en el periódico sobre mi sustitución, supuestamente porque estaba enfermo con hepatitis. Cuando me enseñaron el Juventud Rebelde, me quedé asombrado. No entendía por qué, había tenido buenos números y una salida mala la puede tener cualquiera».
—¿Crees que tu salida del equipo tenga relación con esa actuación?
—Lo que sucedió en el Latino fue una mala salida. Cuando me llamaron de la radio para preguntarme, le dije al periodista que si los pitchers supiéramos cuándo íbamos a lanzar bien, le diríamos a los directores que no nos pusieran tal día, porque íbamos a estar mal.
«Ese día estaba delante de mi público, me estaba viendo todo el país por la televisión, y me dolió mucho que hubiese terminado así. No me gustó que me dejaran solo, sin nadie en el bullpen para apoyarme, pero igual, traté de hacer mi trabajo de la mejor forma que pude. El árbitro también hizo el suyo y me expulsó. Y al llegar al banco, también fui expulsado por el director».
—¿Piensas que el árbitro tomó la decisión correcta?
—Pienso que sí. Trató de evitar más problemas porque sabía que yo era de la capital, y que le estaba lanzando a quienes fueron compañeros míos.
—¿Te hizo alguna advertencia?
—Sí, él me advirtió.
—¿Cómo lo hizo?
—Cuando se me fue la pelota con Chirino, él se me acercó y me dijo que tratara de no lanzar pegado para evitar problemas, porque si no, tendría que expulsarme. Estaba advertido.
—¿Has tenido algún problema de salud después del incidente en el Latino? ¿Algún médico te ha visto?
—En todo este tiempo yo no he estado enfermo de hepatitis, ni de gripe, ni de nada. No he tenido ni una caída y no me ha visto ningún médico. Yo vine para mi municipio, donde siempre he jugado desde muchacho, y me incorporé a los entrenamientos. Me siento completamente bien.
—¿Pensaste en pedir una explicación a la Comisión Provincial o a la dirección del equipo?
—Yo no he intentado ponerme en contacto con nadie. Pienso que si ellos tomaron esa decisión, sus motivos deben haber tenido.
«Hasta donde conozco, las bajas en esta etapa se dan por enfermedad o por indisciplina. Y yo ni estoy enfermo, ni considero que cometí alguna indisciplina ese día».
—¿Qué piensas de todo lo sucedido desde ese día?
—Hay que partir del punto de vista de que el director del equipo puede tomar la decisión que él entienda mejor. Lo que no me gustó fue la forma. Hablando las cosas uno puede entenderlas. Hubiese preferido que me dijeran que no me querían en el equipo. Era lo mejor, y no hablar de una enfermedad que no existía.
Sin más, partió con una intensa carrera a incorporarse al entrenamiento. Evidentemente, y como se diría en buen cubano, en este controversial caso «no da la lista con el billete». Y a este diario le gustaría, por el bien de todos, que el resto de los implicados se animara a arrojar luz sobre este desaguisado.
Al béisbol cubano hoy le pueden hacer falta muchísimas cosas, menos el silencio ante tan peligroso dislate.
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