Autor : Isabel Zaldívar Diéguez
Cada día nos asombramos de los caprichos de la naturaleza; pero es el
caso de esta provincia, donde hay un monumento a la eternidad,
considerado como una obra de arte pétrea.
Y es que transitar por
carretera durante horas es en extremo agotador, más cuando la
temperatura sobrepasa los 35 grados con un sol abrasador; pero si tal
andanza ocurre entre el mar y la serranía hay un encanto exclusivo, que
hace olvidar cualquiera de estas vicisitudes. En este viaje, tienes la
sensación de que tan pronto eres devorado por las montañas, como
arrojado de su interior, una sensación única de la carretera que lleva
al viajero hasta el municipio de Guamá, ubicado en plena Sierra Maestra.
Son
más de un centenar de kilómetros de puro placer visual que el espíritu
siempre agradece. Especial asombro causa una montaña de piedras.
Colocadas estas piedras unas encima de otras como para dificultar el
tránsito sobre ellas.
Las piedras adoptan diferentes formas, y
tal parece que danzan…Tan pronto un delfín que preside el grupo, como
cientos de jicoteas, pollos, y tantos y tan caprichosos que hechizan la
imaginación del hombre.
Según el doctor Nicasio Viñas, sólo
existen dos lomas visibles como ésta en el territorio. Son rocas ígneas
de textura granítica, emergidas hace millones de años de las entrañas de
la tierra y cristalizadas en una zona profunda de la corteza,
denominadas intrusivas o plutónicas, de Plutón, el Dios del mundo
interior en la mitología clásica.
Las ígneas se forman cuando la
roca derretida se enfría y solidifica. Éstas son excelentes para la
construcción, pero esperamos que tal criterio nunca se imponga, y no
sólo para seguir disfrutando de esta obra de arte. También como una
necesidad urgente de mantener el equilibrio medio ambiental, principio
que el universo reclama para la vida nuestra en el planeta.
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