Cuando Alfredo Tomás Preval y Alexei Arruez Rodríguez comenzaron a desenterrar un ñame sembrado hace nueve meses en su pequeño patio de las alturas de Quintero, no imaginaron que, cual tubería soterrada, tuvieran que cavar más de dos metros de largo para sacar el tubérculo.
Con cada segmento de ñame que descubrían crecía el asombro de los dos santiagueros ya que la longitud de la raíz comestible se hacía cada vez mayor. No fue hasta los 2. 15 metros que pudieron desenterrar completamente lo que parecía el ñame completo. Pero su sorpresa fue mayor cuando a la hora de retirarlo de la tierra este seguía aprisionado.
“Pensamos que estaría un poquito más profunda la cabeza y después de un rato desenterrando con cuchillos llegamos a la conclusión que había que trabajar más duro pues a simple vista no era poca la profundidad”
Luego de cavar horizontalmente tanto Preval como Arruez tuvieron que desenterrar verticalmente otra parte y aún así no salió el ñame. Pusieron más empeño los hombres y cavaron de forma horizontal en sentido contrario a la primera parte desenterrada. Al final se encontraron con un apéndice del mismo ñame, esta medía 1.80. Sólo entonces pudieron admirar las dimensiones del ñame gigante que tanto trabajo les costó sacar.
“Habíamos escuchado de ñames que se dan mucho más grande que este pero la verdad es que nos sorprendimos de que en nuestro patio se diera un tubérculo de este tamaño”, dice Alfredo Tomás, quien cultiva en su patio varios productos para el autoconsumo del hogar.
La variedad de ñame extraída del patio de Preval y Arruez es conocida como ñame de majá y lo curioso del ejemplar es que a diferencia de los que se conocen no se dio enroscado sino que lo hizo de forma atípica como si fuera una T.
Todavía el ejemplar es exhibido a todos los curiosos de la zona pero ya sus dueños tienen un plan para el tubérculo gigantesco.
“Lo partiremos en trozos y lo compartiremos con familiares, amigos y vecinos. Total, da para todos”, sentencia Alexei Arruez.
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