Autor :Caridad Franco Vega
La emoción fue incontenida: el baile, el cante y el toque flamenco, repicaron en las tablas del Teatro Heredia de Santiago de Cuba, con la presentación de la Compañía de Antonio Gades. Esta vez no estuvo físicamente el bailaor de esencia andaluza, pero su legado permanece en su agrupación y el público que le ama, respeta y reverencia.
El misterioso encanto va más allá de la técnica, la estilización del romance, la hondura melancólica de la pasión, el dramatismo de la historia de amor, sobreviven, en esta versión coreográfica de la tragedia lorquiana, Bodas de Sangre, interpretada por la Compañía de Antonio Gades, y donde se fue fiel a su fundador, el bailaor de esencia andaluza.
El programa presentado en el Teatro Heredia de Santiago de Cuba, que incluyó además la Suite Flamenca, fue más que bailes, estados anímicos que salieron a través de los movimientos, y se bailó tocó y cantó con la magia de duendes que se corporizan en bailaores, tocaores y cantaores flamencos.
El Compás, los modos tonales, las estructuras melódicas propias de los palos. Y el "cante jondo", todos de profundos sentimientos llevaron al público a disfrutar desde la soleá a la interpretación festiva de fandangos.
Así La Suite Flamenca que cerró el programa desbordó Alegrías. Hondo vital y apasionado fue el desempeño de la compañía de Antonio Gades, quienes han heredado el instinto teatral que trasciende lo coreográfico y que definió a su maestro.
Hombre de compromiso y dignidad, de lealtades y amigos, de tradición obrera, de sufrimiento y de alegrías, bailarín y coreógrafo que logró la síntesis entre el flamenco la danza española y la danza clásica y los elevó hasta la categoría de manifestación universal.
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