Por Lourdes Palau Vázquez
Santiago de Cuba, 19 sep.— Cuando en días recientes desde el espacio informativo “Mesa redonda” el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba Miguel Díaz Canel Bermúdez, informó al pueblo la situación de la actual coyuntura energética y las medidas a adoptar en el país ante tal contingencia, la respuesta no se hizo esperar.
El transporte, una de las ramas más afectadas por el impacto de la disminución de combustible se volvió inmediatamente diana, alrededor de la cual se adoptaron y adoptan aun, estrategias especiales que mitigan las inevitables molestias o preocupaciones de la población ante este contexto.
Santiago de Cuba, una urbe en la que residen más de 1 millón de habitantes y en la que además se mueve una población flotante significativa, multiplica los esfuerzos para garantizar el traslado diario de pasajeros hacia sus respectivos destinos.
La solidaridad, limitada o visible quizás en escenarios más globales, resurge hoy con fuerza en la cotidianidad de cada uno de los santiagueros o cubanos que empeñados en continuar con sus rutinas laborales o sociales, siguen necesitando de este servicio.
La reorganización de rutas y horarios así como la respuesta ante el llamado a la conciencia de directivos y choferes ha posibilitado que las actuales circunstancias sean más llevaderas con la solidaridad como palabra de orden.
Son múltiples los ejemplos que a la vista de todos cautivan por su espontaneidad a pesar de la colaboración inicial de los agentes del orden y de transporte poniéndose de manifiesto una vez más la convicción que nos legara el Comandante de la Revolución Juan Almeida, cuando expreso: "Aquí no se rinde nadie".
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