Por Bárbara Aroche Cuadro
Santiago de Cuba, 9 sep.— Ya comenzaron las clases y qué alegría para la familia y los niños. Una vez más en la vida se disponen a emprender ese camino largo al conocimiento, que bajo la acertada guía de los claustros, ahora más motivados que en cursos anteriores, sabrán dignificar esa profesión tan antigua como el hombre, pero ahora auto exigiéndose mayor calidad del procesos docente educativo, sobre todo que el aprendizaje sea de lo bueno desconocido, aquello que nos forja para la vida en todas sus etapas.
Creo que es este el mejor momento para una vez más insistir en las tareas básicas de todo pionero, comenzando por la puntualidad, disciplina e interés por aprender serán la clave del nuevo conocimiento.
Por eso, el binomio familia–estudiante, o mejor, pionero-padre y madre, han de andar en cuadro apretado, como dijera nuestro Héroe Nacional, para que esa meta que se ve compleja es alcanzable en el día a día, pues ya sabemos que, no existen las tareas grandes sino, los hombres chiquitos.
No muchos países del mundo, pueden tener el privilegio que tienen nuestros niñas y niños, por eso, resulta válido decir sin temor a equivocarnos que, marcharán por millares los niños cubanos de la ciudad y el campo sin diferencias de oportunidades ni de derecho al ansiado encuentro con sus maestros, aulas y compañeritos, por ello, volvamos una vez más la mirada al necesario cuidado de los materiales escolares, pues todos son importantes, pero difíciles de obtener.
Una vez más, se llama a la familia a apoyar, dentro de sus posibilidades toda la gestión del proceso docente en cada centro escolar, convencidos de que por ese camino los pioneros se apoderan no solo del conocimiento, sino, también de la sabiduría que les permita ser hombres de bien para el país.
Desde ya es válido reconocer a los maestros, y en general a todo el personal que asegura el exitoso desarrollo del proceso de aprendizaje en las escuelas y enseñanzas, entonces hagamos de este un mejor curso escolar, un curso de victorias.
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