Santiago de Cuba, 24 ago.— De manos de santiagueros, el Trío Matamoros, viajó a México, país donde la fama lo bautizó y encontró a su primer amor; luego directo vino para esta ciudad como un hijo ilustre de ella, Mariano Mercerón, Benny Moré más que un cultor del arte, es una leyenda y estampa nuestra.
La otrora capital del Oriente cubano lo recibió como a un hijo y aquí encontró amigos y seguidores.
En la reconocida Cadena Oriental de Radio coincidió con los iconos de la música, Pacho Alonso y Fernando Álvarez, quienes hacían los coros en un programa estelar; por testimonios llega hasta nosotros que Pacho comentó cuando escuchó al Benny: “¿Y nosotros somos cantantes, compay? ¡Mire cómo canta ese moreno!”. Transcurría el año 1951 y el espacio se nombraba de “Fiesta con Bacardí, efectuado en el Teatro Rialto y que salía al aire por la mencionada emisora. Aún se escuchan historias de su estancia en Santiago, donde aún tiene amantes de su música.
Por la gracia de un hijo de esta ciudad, fue bautizado con el más famoso sobrenombre. Un día, mientras estaba parado en una esquina con su amigo Israel Castellanos, Benny vio pasar a una hermosa santiaguera e inspirado en un tema musical de moda, exclamó: “¡Mira qué bárbara!”. Un muchacho que estaba cerca de ambos al escucharlo, exclamó: “Qué va compay, el bárbaro es usted”. Esa misma noche, el presentador de la radio luego de decir la anécdota, lo mostró como el Bárbaro del Mambo, título que más adelante otro locutor cambió por el Bárbaro del Ritmo.
El ingeniero Elio Gil Fernández, admirador del sonero mayor, recordaba que de 1950 a 1962 el artista estuvo reiteradamente en Santiago de Cuba. “Vivió aquí, de lo que fuimos testigos yo y Miguel Villalón, ya fallecido”. Añadió el ingeniero en una tertulia descrita por el periodista Miguel Ángel Gainza que frecuentaba áreas de Trocha, Santa Úrsula, Martí; en Barracones existía el bar El Modelo donde muchas veces el Benny cantaba a capella números de su repertorio. Y siguen las remembranzas: “Yo lo vi cantar en 1957 en un bar de propiedad de Francisco Chang, en Trocha, entre Corona y Santo Tomás.
El músico Miguel Villalón Castillo, Maraca, en sus memorias, afirmó que el Benny visitaba, antes de formar su orquesta, una bodega propiedad de Ñico Virgilí, situada en Trocha y Calle 4, en el Reparto Mariana de la Torre, y que en ese lugar compartía con los amigos, entre quienes sobresalía por su carácter amable, afable y humilde. También visitaba el área de Trocha y Santa Úrsula; en el Teatro Oriente actúo con Olga Guillot y Fernando Albuerne, formando un trio en el espectáculo denominado “Cuba Canta”.
En 1959 con el triunfo de la Revolución, él y su Banda Gigante actuaron en la Universidad de Oriente en el mes de febrero, alternando con Los Taínos, dirigidos por Daniel Guzmán.
En 1960 tuvo un concierto en el Parque Céspedes, conjuntamente con Los Taínos y al año siguiente participó en diversas áreas del Carnaval y en el espectáculo Papel y Tinta, patrocinado por Cultura y la Empresa de Artes Gráficas.
Su presencia era tradicional en todos los carnavales santiagueros y en 1962 fue su última presentación en esta tierra hospitalaria; entonces cantó como nunca en el área de Carretera del Morro y calle 3, nombrada por las orquestas cubanas como el termómetro de la música popular.
Lorenzo Jardinez, estudioso de la cultura popular, ha descrito la relación con grandes santiagueros, Electo Rosell, Chepín; Miguel Matamoros y Enrique Bonne, entre los más nombrados. Benny no sabía música de academia pero indiscutiblemente era un genio; fundó su propia banda, “su tribu” como él le decía; logró un espectáculo pocas veces vistos el quehacer artístico; la armonía y empaste con sus músicos, la forma de dirigir, lo mismo con el bastón, el sombreo, los pasillitos, un gesto o la exclamación, única de él.
La impronta del Bárbaro del Ritmo se deleitó con las interpretaciones dedicadas a diversas ciudades del archipiélago. A Santiago de Cuba también le cantó aunque de la autoría del bayamés Ramón Cabrera. El Benny hizo únicas esas páginas, con su voz, como bien lo dijo Ramón: “Sólo él podía hacerlas”. Les impregnó su estilo. Otras composiciones engrosaron su cantar entre ellos, Palma Soriano, Manzanillo, Guantánamo y Marianao.
A Santiago lo llevaba en el alma y hace mucho tiempo por sus calles transita un hombre que la vida del Benny lo atrapó con sus mitos y que los narra como propio: Juan Manuel, Villy Carbonell, el personaje popular que interpretó la voz en la película sobre el Sonero Mayor; nació en 1962 en el reparto Mariana de la Torre, muy cerca de la bahía. Nativos y visitantes lo conocen por el Benny, ya perdió su nombre de pila y él saborea sus huellas; vestimenta igual, habla, bebe, posee bastón y sombrero para evocarlo en los más curiosos detalles; lo inaudito es que canta como el lajero inmortal.
Entrevistado por el periodista Miguel A. Gaínza Chacón, le reafirmó “Mi inclinación por la música del Bárbaro del Ritmo la experimento poco a poco… es como una transformación. No fue desde pequeño ni nada de eso. A los ocho años yo lo que tocaba eran las maracas, guitarra y después el tres. A los 20 y pico de años es que empiezo a cantar esos temas de él. Comienzo a abandonar los números de la bohemia, de la década, para incorporar sus canciones. Y siento un cambio, voy tomando por ahí como él hacía y cuando vine a ver ya era Benny Moré”.
Hoy por hoy toda Cuba lo conoce y ha sido invitado de honor a diferentes ciudades en su rol del Benny del que se ha apropiado como si fuera un libro sabio con la obra del juglar.
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