Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 12 mar.— Después que en marzo de 1960 el entonces Presidente de Estados Unidos Dwight Eisenhower ordenara a la Agencia Central de Inteligencia de su país, preparar una fuerza militar mercenaria para invadir a Cuba, se incrementaron las llamadas por ellos acciones encubiertas, con el propósito de crear en la población cubana un estado de incertidumbre y temor favorable a sus intenciones de derrotar la Revolución con apoyo interno.
Y una de esas acciones lo fue, sin duda, el criminal sabotaje terrorista perpetrado el 12 de marzo de 1961 contra la refinería de petróleo Hermanos Díaz, de Santiago de Cuba, con el fin de crear dificultades en el abastecimiento de combustible en el territorio oriental de la isla, caso producirse por aquí la invasión mercenaria proyecto que todavía no había sido descartado por la CIA y el gobierno yanqui.
Es en ese sentido que el 12 de marzo de 1961, una lancha rápida artillada con grueso calibre procedente de buque-madre Bárbara J., perteneciente a la CIA, penetra en la bahía de Santiago de Cuba encubierta por las brumas del amanecer y ametralla las instalaciones de la refinería Hermanos Díaz, con el objetivo de destruirla e interrumpir su proceso productivo, vital para la región oriental.
Sin embargo, la rápida respuesta de los que protegían ese objetivo económico evitó que los daños causados por el sabotaje terrorista fueran mayores, pues solamente fue incendiada la torre de la planta de destilación y otros daños de menor cuantía, además de sabotear la torre del tendido eléctrico que suministraba energía a la industria.
Durante el criminal sabotaje perdió la vida el miembro de la Marina de Guerra René Rodríguez Hernández, de 27 años, quien repelió la agresión y fue herido de gravedad el joven Roberto Ramón Castro, de 19 años, custodio de la instalación.
Esta refinería santiaguera, objeto del sabotaje terrorista de los agentes de la CIA, había pertenecido al consorcio norteamericano Texaco y fue la primera de las tres existentes en Cuba que se nacionalizó, en agosto de 1960, por negarse a refinar petróleo crudo procedente de la unión Soviética.
Detalles de este criminal sabotaje fueron resumidos en un informe del inspector general de la CIA, Liman Kirk Patrick, de octubre de 1961, que fuera desclasificado por el gobierno norteamericano constituyendo una prueba más de la práctica de Terrorismo de Estado de esa nación contra Cuba y su Revolución, política que 58 años después sigue vigente.
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