Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 6 ene.— En el acto conmemorativo del Aniversario 55 del triunfo de la Revolución, el primero de enero de 2014, en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, el Presidente cubano General de Ejército Raúl Castro Ruz se refirió a la decisiva contribución de las mujeres a lo largo del proceso revolucionario como guerrilleras o particularmente en la clandestinidad, sometida a la brutal persecución de los esbirros de la tiranía llamándolas dignas continuadoras del ejemplo de mariana Grajales, la madre de Los Maceo.
Y entre esas valerosas mujeres hay que destacar a las madres de los mártires de la Revolución que enfrentaron la pérdida de sus hijos con valentía y sobreponiéndose al dolor enfrentaron a sus asesinos, como lo ocurrido en Santiago de Cuba el 6 de enero de 1957 cuando una
nutrida manifestación de féminas recorrió las principales calles de la ciudad pidiendo cesara el asesinato de sus hijos.
A finales de diciembre de 1956 en represalia por el desembarco de los expedicionarios del yate Granma, la dictadura desató una ola de crímenes como la de los 25 revolucionarios asesinados durante las Pascuas Sangrientas en el norte de la provincia de Oriente, mientras que en Santiago de Cuba el último día del año varios jóvenes fueron apresados, torturados y asesinados, entre ellos el adolescente de 15 años William Soler Ledesma, siendo sus cadáveres arrojados en diferentes puntos de la ciudad.
El 6 de enero de 1957, coincidiendo con el Día de Reyes, un nutrido grupo de mujeres santiagueras partieron desde el Parque Dolores tomando después la calle Enramadas, con el propósito de visitar periódicos y emisoras de radio, para expresar su repulsa por los crímenes cometidos contra sus hijos por los esbirros de la tiranía batistiana.
La manifestación, que fue organizada por el Movimiento 26 de Julio, estaba encabezada por una gran tela que portaban la madre del adolescente asesinado William Soler y la compañera Fela Tornés, en la cual se podía leer: “Cesen los asesinatos de nuestros hijos. Madres Cubanas”
Las fuerzas represivas trataron de interceptar la manifestación, pero a pesar de que se le había prohibido por el Movimiento participar en la misma a la compañera Vilma Espín, esta se enfrentó a los agentes y ante ellos gritó: “¡Vamos a cantar el Himno Nacional!”, y así se hizo, momentos esos que fueron captados por los fotógrafos de la prensa presentes y así reflejados en la misma.
Con la misma decisión en otras oportunidades en la propia ciudad de Santiago de Cuba las mujeres enfrentaron a los esbirros de la dictadura y muchas de ellas fueron detenidas y golpeadas, como sucedió poco antes del sepelio del joven revolucionario Frank País García el 31 de julio de 1957.
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