Santiago de Cuba, 19 jun.— Enferma y ciega, pobre y olvidada, falleció en La Habana un día como hoy 19 de junio, pero de MIL 907, Doña Leonor Pérez y Cabrera, la madre del Héroe Nacional Cubano José Martí, quien nunca se sobrepuso al dolor de la pérdida de su único hijo varón, “su Pepe”, como ella le llamaba cariñosamente.
Doña Leonor era de origen español, al igual que Don Mariano Martí, el padre del Apóstol, pero ella sentía temores por la actividad revolucionaria del hijo, lo cual le criticó en no pocas ocasiones, porque en él tenía cifradas sus esperanzas para el sostén de la familia, es decir, ella y siete hijas hembras.
Pero José Julián siempre trataba de calmarla y hacerle comprender que su deber era luchar por la independencia de la Patria donde había nacido y por eso decía: “¿De quién aprendí yo mi entereza y rebeldía, o de quién pude heredarla, sino de mi padre y de mi madre…?”
La muerte de Martí el 19 de mayo de MIL 895 fue un duro golpe para Leonor. En lo adelante todo sería para ella una creciente agonía pues en los años siguientes fallecieron tres de sus hijas y varios de sus nietos lo que agudizó más su dolor, a lo cual se unió la miseria que arrastraba la familia.
Durante varios años Doña Leonor residió en Estados Unidos y regresó a Cuba en MIL 898 para ser testigo de la derrota de España y de la intervención norteamericana a la Isla, así como la traición de Estrada Palma, quien disolvió el Partido Revolucionario Cubano fundado por su hijo José Martí para encabezar la lucha independentista.
Asediada por la pobreza, enferma más del alma que del cuerpo, a Doña Leonor le sorprendió la muerte sentada en la casa de su hija Amalia en La Habana, el 19 de junio de MIL 907 a la edad de 78 años.
Las autoridades intervencionistas yanquis pretendieron costear las honras fúnebres con la cual querían lavar la mancha del estado de abandono en que sumieron a la madre del Héroe Nacional Cubano. Pero fue el verdadero pueblo de Cuba el que acudió masivamente a su sepelio acompañándola hasta su última morada, en la necrópolis capitalina, desde donde hoy su corazón de madre 111 años después contempla orgullosa la obra revolucionaria de su amado Pepe hecha realidad.
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