Por Iramsy Peraza Forte/Foto VNA
La Habana 28 mar.— Cuba y Vietnam, separados por miles de kilómetros y con realidades históricas y culturales distintas, son ejemplos de los éxitos que puede alcanzar el socialismo cuando es defendido y construido con el apoyo de la mayoría del pueblo.
Liderados por Ho Chi Minh, los patriotas vietnamitas expulsaron a los colonizadores europeos y luego vencieron al ejército de Estados Unidos, el más poderoso de la historia.
Luego reunificaron la nación y levantaron de las cenizas, que dejó la aviación norteamericana, a una de las economías más pujantes del sudeste asiático. Vietnam, como Cuba en las arenas de Playa Girón, demostró que era posible derrotar al imperialismo.
Ya desde los tiempos de José Martí era admirada la resistencia de sus pobladores. «Pelearon, y volverán a pelear, los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de China», escribió el Apóstol en La Edad de Oro.
Ahora Vietnam enfrenta otros retos para su desarrollo con igual determinación, como son la industrialización acelerada del país para garantizar su crecimiento económico y la corrección de algunas desigualdades sociales.
Cuba, por su parte, es un símbolo de resistencia a más de medio siglo de agresiones y bloqueos por parte de Estados Unidos.
En medio de ese contexto adverso, el cual se recrudece con las decisiones unilaterales de la actual administración republicana, la Mayor de las Antillas cuenta con reconocidos logros en el acceso de sus ciudadanos a derechos elementales como la salud y la educación, que hoy son un privilegio en muchos países del área.
Asimismo, en medio de las carencias económicas, se potenciaron sectores vinculados a la sociedad del conocimiento, como la biotecnología, que son fuentes de ingreso por su alto valor agregado y llaman la atención incluso de naciones desarrolladas.
Cuba transita su proceso de actualización económica sin abandonar las esencias de justicia de la Revolución, pero con el firme propósito de garantizar un socialismo próspero y sostenible para las presentes y futuras generaciones.
En la actualidad, una época convulsa, en la que el mundo enfrenta serios desafíos para la paz, los vínculos de amistad entre Vietnam y Cuba son ejemplo para las relaciones internacionales.
Con el propósito de equiparar las relaciones económicas con el excelente estado de los nexos políticos, los dos Estados trabajan juntos en la promoción de una mayor cooperación económica, favorable para los procesos de Renovación en Hanoi y de Actualización del Modelo Económico y Social en La Habana.
Gracias al empeño conjunto, ese anhelo poco a poco se está materializando y en la XXXV Sesión de la Comisión Intergubernamental, el ministro cubano del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, Rodrigo Malmierca, aseguró que la nación anamita se ratificó como el segundo socio comercial más importante de la Isla en Asia y Oceanía y el décimo a nivel mundial.
El Ministro celebró la creciente cifra de empresas vietnamitas que realizan negocios con la Isla, ya superior al centenar, y los progresos de las inversiones vietnamitas en varias ramas de la economía cubana como construcción, energías renovables, industria, turismo y desarrollo de infraestructura.
Pero más allá de lo político y lo económico, lo más importante para Cuba y Vietnam es su amistad, esa que se selló hace casi medio siglo, cuando el Comandante en Jefe de la Revolución, Fidel Castro, aseguró: «Por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre».
Si bien el contexto actual es distinto, el sentimiento de afecto del pueblo cubano hacia el vietnamita sigue siendo el mismo.
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