Santiago de Cuba, 19 ene.— La Aduana socialista está próxima a cumplir 55 años. Viendo a esta institución en el frío concepto de regulaciones, restricciones y requisitos especiales aplicables a las importaciones y exportaciones, pareciera que es una entidad robótica, de actuar caprichoso y autoritario. Nada más lejos de la verdad.
Si hay algo que distingue a la aduana socialista es el tener al cubano como centro del beneficio prestado durante todos estos años, aunque varias personas no sepan distinguirlo así. Las actividades de control y regulación de exportación e importación en Cuba datan del periodo colonial pero no fue hasta después del triunfo revolucionario de 1959 que la aduana se despojó de las influencias de propietarios de muelles y almacenes pasando a manos del Estado.
El 5 de febrero de 1963 se instituía la Aduana Socialista con la promulgación de la Ley 1092 para el Procedimiento Aduanal, aprobándose además su reglamento mediante el Decreto 3278.
Más allá de los sinsabores que le pudiera quedar a algún pasajero cuando un inspector de aduanas hace cumplir los reglamentos establecidos, la aduana ha sido durante estos 55 años un instrumentos eficiente en la preserva de la economía cubana y de la tranquilidad ciudadana en general.
Muchos no conocen que la aduana no regula. Las disposiciones establecidas para la importación y exportación de artículos no son documentos legislados por los agentes de aduanas sino por los distintos organismos y entidades estatales que establecen qué cosas pudieran, con su entrada al país, obstaculizar el desarrollo científico, económico, ambiental, patrimonial y social.
Son los inspectores de aduanas simplemente los encargados de hacer regir dichas disposiciones. Por ello, los aduaneros cubanos tienen entre sus manos la compleja tarea determinar qué mercancía puede o no, salir o entrar de Cuba, según lo ordenan los organismos. Entre los que más regulan se encuentran el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), el Ministerio de Finanzas y precios, y la Unión Eléctrica.
Una de las aplicaciones más incomprendidas tiene lugar en los aeropuertos, en el caso del equipaje de los viajeros, medidas cuya disposición corre a cargo del Ministerio de Finanzas y Precios que es quien regula la entrada de mercancías sin carácter comercial por un valor de hasta mil pesos. Dicha medida va encaminada a la protección del comercio interior y con ello al flujo económico para la generación de ganancias internas que contribuyan posteriormente a subvencionar servicios de gran impacto social. Se busca con ello proteger a la economía nacional, mediante el control del cumplimiento de la política comercial, el enfrentamiento a la evasión y elusión fiscal y a otros fraudes económicos.
De ahí la importancia vital que tiene la aduana para la preservación del orden y la sociedad en general. Se suma a esto su cotidiano enfrentamiento contra las ilegalidades de daño mayor como el contrabando de drogas.
Ser la primera persona con que el viajero entra en contacto cuando arriba a Cuba ha hecho que los aduaneros ganen cada día más profesionalidad y adiestramiento. Este es hoy uno de los requisitos más valorados dentro de la institución. Hoy se va más a la comunicación con el pasajero sin dejar de lado el control estricto y todo ello en el menor tiempo posible pues mucho disgusto crea pasar horas de viaje, atravesar varios controles y encima conocer que han incurrido en una violación a la hora de importar algún artículo a Cuba.
De la profesionalidad y la explicación convincente depende minimizar los exabruptos en fronteras.
En sentido general no se puede menos que reconocer que un organismo que protege a un país del tráfico de armamentos, explosivos, drogas y sustancias químicas precursoras, es digno de respeto; esto sin contar la preservación de los objetos del patrimonio cultural y las especies protegidas en lo que a fauna se refiere.
Son la primera cara de Cuba en frontera y con ello su primera línea de protección.
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