
Santiago de Cuba, 19 ene.— La Aduana socialista está próxima a cumplir 55 años. Viendo a esta institución en el frío concepto de regulaciones, restricciones y requisitos especiales aplicables a las importaciones y exportaciones, pareciera que es una entidad robótica, de actuar caprichoso y autoritario. Nada más lejos de la verdad.
Si hay algo que distingue a la aduana socialista es el tener al cubano como centro del beneficio prestado durante todos estos años, aunque varias personas no sepan distinguirlo así. Las actividades de control y regulación de exportación e importación en Cuba datan del periodo colonial pero no fue hasta después del triunfo revolucionario de 1959 que la aduana se despojó de las influencias de propietarios de muelles y almacenes pasando a manos del Estado.

Más allá de los sinsabores que le pudiera quedar a algún pasajero cuando un inspector de aduanas hace cumplir los reglamentos establecidos, la aduana ha sido durante estos 55 años un instrumentos eficiente en la preserva de la economía cubana y de la tranquilidad ciudadana en general.
Muchos no conocen que la aduana no regula. Las disposiciones establecidas para la importación y exportación de artículos no son documentos legislados por los agentes de aduanas sino por los distintos organismos y entidades estatales que establecen qué cosas pudieran, con su entrada al país, obstaculizar el desarrollo científico, económico, ambiental, patrimonial y social.
Son los inspectores de aduanas simplemente los encargados de hacer regir dichas disposiciones. Por ello, los aduaneros cubanos tienen entre sus manos la compleja tarea determinar qué mercancía puede o no, salir o entrar de Cuba, según lo ordenan los organismos. Entre los que más regulan se encuentran el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), el Ministerio de Finanzas y precios, y la Unión Eléctrica.

De ahí la importancia vital que tiene la aduana para la preservación del orden y la sociedad en general. Se suma a esto su cotidiano enfrentamiento contra las ilegalidades de daño mayor como el contrabando de drogas.
Ser la primera persona con que el viajero entra en contacto cuando arriba a Cuba ha hecho que los aduaneros ganen cada día más profesionalidad y adiestramiento. Este es hoy uno de los requisitos más valorados dentro de la institución. Hoy se va más a la comunicación con el pasajero sin dejar de lado el control estricto y todo ello en el menor tiempo posible pues mucho disgusto crea pasar horas de viaje, atravesar varios controles y encima conocer que han incurrido en una violación a la hora de importar algún artículo a Cuba.
De la profesionalidad y la explicación convincente depende minimizar los exabruptos en fronteras.
En sentido general no se puede menos que reconocer que un organismo que protege a un país del tráfico de armamentos, explosivos, drogas y sustancias químicas precursoras, es digno de respeto; esto sin contar la preservación de los objetos del patrimonio cultural y las especies protegidas en lo que a fauna se refiere.
Son la primera cara de Cuba en frontera y con ello su primera línea de protección.
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