Por Kenia Tabares Robles/Fotos José Vladimir Pérez García
Santiago de Cuba, 2 dic.— Era enero de 2003. Caía la tarde y una ligera llovizna coronaba el encuentro del líder con el guía de su pensamiento, el Héroe Nacional José Martí. Había estado en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia en más de ocho oportunidades, según reseña el libro “Presencia de Fidel en tierras santiagueras”.
Siempre era necesario volver a la raíz, como la savia que construye un pueblo hecho pueblo, hecho nación.
“Recuerdo que eran más de las cinco de la tarde”, cuenta con el corazón sobresaltado Marta Hernández, especialista del camposanto. “Mi compañera y yo estábamos de guardia obrera y de momento llegaron varios carros al unísono. El primero que se bajó fue Fidel”.
Su primera vez
Santiago de Cuba, 2 dic.— Era enero de 2003. Caía la tarde y una ligera llovizna coronaba el encuentro del líder con el guía de su pensamiento, el Héroe Nacional José Martí. Había estado en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia en más de ocho oportunidades, según reseña el libro “Presencia de Fidel en tierras santiagueras”.
Siempre era necesario volver a la raíz, como la savia que construye un pueblo hecho pueblo, hecho nación.
“Recuerdo que eran más de las cinco de la tarde”, cuenta con el corazón sobresaltado Marta Hernández, especialista del camposanto. “Mi compañera y yo estábamos de guardia obrera y de momento llegaron varios carros al unísono. El primero que se bajó fue Fidel”.
Su primera vez
"¡Ese es Fidel! Grité emocionada, era la primera vez que lo veía de cerca, aunque siempre estuvo presente en toda mi vida. Venía acompañado del periodista francés Ignacio Ramonet, quien por esos días escribía el texto “Cien horas” con Fidel. Ese día vio la ceremonia y el cambio de la guardia de honor que rinde honores al Maestro desde el año de su centenario.
Y quedé impresionada! Esa altura, su hidalguía. Recuerdo que lo recorrí completo y me fijé en sus botas. Allí estaba Fidel, más cercano, más accesible, frente al túmulo mortuorio de Martí, el hombre que guió todas sus batallas.
Iba relatándole a este periodista quiénes eran las personalidades. Visitó el Panteón a los Mártires del 26 de julio de 1953, los caídos en la lucha clandestina, los que mueren en el combate del Uvero, así como los caídos el 30 de noviembre de 1956, Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.
Posteriormente se dirigió hacia el pasillo donde se encuentran las tumbas de María Cabrales y Mariana Grajales, la madre de la Patria.
Visitó el Panteón de los Veteranos de la Guerra de Independencia donde se encuentran generales, oficiales y soldados del Ejército Mambí más tres soldados españoles que se vincularon al proceso independentista. El Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo y Frank País siguieron en este orden.
“Se veía que estaba muy emocionado porque él conoció a Frank, lo había valorado y sabía de sus potencialidades para organizar el movimiento 26 de julio porque no lo defraudó”.
La trabajadora nunca pensó que aquella tarde del 20 de enero de 2003 sería la última visita del líder en vida, más se enorgullece del Fidel que conoció y que vive en ella a través de su vivencia.
Caía la noche cuando se iba, pero, antes fue a saludar al pueblo que se había colocado organizadamente frente al cementerio. Allí abrazó a los niños y conversó un rato con los pobladores de la zona. Miró cariñosamente a los miembros de la Guardia Honor y se despidió con un adiós cariñoso.
Fidel vive en mí
“Fidel siempre vivirá en mí. Ese día marcó un momento importante, pero ha estado en muchos momentos importantes en la vida de los cubanos. Me pongo en mi familia. Mi madre vino a coger el sexto grado con la Revolución y sus cinco hijos hoy son profesionales”.
Lo tengo cerca todos los días y siento un compromiso profundo con todas las personas que llegan al cementerio a rendirle tributo. Estoy segura que no quería resaltar, que nada atentara contra lo que ya estaba hecho, pero ahí está su monolito, simbólico porque todos los elementos que reúne tienen que ver con él.
Cada cubano tiene su propia historia de Fidel, Marta comparte la suya porque lo que más la impresionó fue la hidalguía del líder histórico de la Revolución
“Fidel siempre vivirá en mí. Ese día marcó un momento importante, pero ha estado en muchos momentos importantes en la vida de los cubanos. Me pongo en mi familia. Mi madre vino a coger el sexto grado con la Revolución y sus cinco hijos hoy son profesionales”.
Lo tengo cerca todos los días y siento un compromiso profundo con todas las personas que llegan al cementerio a rendirle tributo. Estoy segura que no quería resaltar, que nada atentara contra lo que ya estaba hecho, pero ahí está su monolito, simbólico porque todos los elementos que reúne tienen que ver con él.
Cada cubano tiene su propia historia de Fidel, Marta comparte la suya porque lo que más la impresionó fue la hidalguía del líder histórico de la Revolución
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