Santiago de Cuba, 30 jul.— Doña Rosario, madre del jefe de las luchas en la clandestinidad, Frank País García, a petición del Movimiento 26 de Julio le entregó el cadáver de su hijo, asesinado el 30 de julio de 1957 para que recibiera los merecidos honores.
Testimonios recogidos en el libro Frank:
sus últimos treinta días, de Yolanda Portuondo, destacan que la
luchadora Vilma Espín, muy cercana al combatiente caído, envió a Luis
Clergé a pedir permiso a Doña Rosario, quien respondió: "... Frank es de
ustedes”.
A la casa de los padres de su novia América Domitro, en Heredia y Clarín, llegó el cuerpo sin vida con un traje blanco que luego le fue cambiado por el uniforme verde olivo, con el brazalete rojo y negro del movimiento.
Señala el texto que durante toda la noche del 30 hubo guardia de honor en la céntrica vivienda, a donde la policía llegó varias veces, pero el pueblo hizo un cordón desafiante en la calle.
Como el joven revolucionario era un ferviente martiano le fue colocada entre las manos un rosa blanca.
Vecinos de la comunidad recordaron el continuo movimiento en la cuadra antes y después de la llegada del cadáver, todo ello con cierta cautela para evitar cualquier situación con la policía batistiana que merodeaba la casa, ubicada en un lugar céntrico.
Desde allí partió el cortejo fúnebre, en una ciudad enardecida por el vil asesinato de Frank y su compañero de luchas Raúl Pujols, con rostros de dolor, cubiertos de lágrimas, y miles de personas cantando el Himno Nacional y palabras de condena a la tiranía.
Después de encontrarse en el parque Céspedes con el grupo que veló a Pujols en la capilla de la Colonia Española, bajó el pueblo por la calle San Pedro hasta el Paseo Martí, en cuyo trayecto se lanzaron flores desde ventanas y edificios.
A 60 años de ese crimen, los santiagueros participarán este domingo, en horas de la tarde, en la tradicional peregrinación hasta el cementerio patrimonial Santa Ifigenia, con similar recorrido a la de aquella triste jornada.
A la casa de los padres de su novia América Domitro, en Heredia y Clarín, llegó el cuerpo sin vida con un traje blanco que luego le fue cambiado por el uniforme verde olivo, con el brazalete rojo y negro del movimiento.
Señala el texto que durante toda la noche del 30 hubo guardia de honor en la céntrica vivienda, a donde la policía llegó varias veces, pero el pueblo hizo un cordón desafiante en la calle.
Como el joven revolucionario era un ferviente martiano le fue colocada entre las manos un rosa blanca.
Vecinos de la comunidad recordaron el continuo movimiento en la cuadra antes y después de la llegada del cadáver, todo ello con cierta cautela para evitar cualquier situación con la policía batistiana que merodeaba la casa, ubicada en un lugar céntrico.
Desde allí partió el cortejo fúnebre, en una ciudad enardecida por el vil asesinato de Frank y su compañero de luchas Raúl Pujols, con rostros de dolor, cubiertos de lágrimas, y miles de personas cantando el Himno Nacional y palabras de condena a la tiranía.
Después de encontrarse en el parque Céspedes con el grupo que veló a Pujols en la capilla de la Colonia Española, bajó el pueblo por la calle San Pedro hasta el Paseo Martí, en cuyo trayecto se lanzaron flores desde ventanas y edificios.
A 60 años de ese crimen, los santiagueros participarán este domingo, en horas de la tarde, en la tradicional peregrinación hasta el cementerio patrimonial Santa Ifigenia, con similar recorrido a la de aquella triste jornada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario