Santiago de Cuba, 26 jul.— Llegar hasta el Museo 26 de Julio, es regresar a la mañana de la Santa Ana de 1953. Era domingo y había carnaval… Posta principal del Cuartel… 5 y 15, amanecía… Desde la Granjita Siboney llegaban 130 jóvenes de la Generación del Centenario, para tomar la segunda fortaleza militar de Cuba con el liderazgo de Fidel.
Sin embargo, una patrulla se adelantó a
la sorpresa rebelde. Se sucedieron torturas y muerte antes de que el
Asalto sirviera de ejemplo al pueblo de Cuba y se convirtiera en
victoria.
Cada disparo en estos muros tiene un nombre… Aquí José Luis Tassende, Abel, Renato Guitart, Boris Luis… Existen entre los vestuarios, armas, numismática y documentos que conforman la exposición museable de 466 piezas.
Hace 50 años se cuenta la historia en este sitio. Primero fue una exposición fotográfica que evocaba los momentos del asalto. Luego, gracias a la labor de Celia Sánchez Manduley, comenzaron a llegar los primeros objetos y desde entonces continúa creciendo.
En más de cinco salas se suceden la historia del Cuartel, los acontecimientos del 26 de Julio, los meses de cárcel y presidio, la travesía del Granma y los senderos de la Sierra.
Nuevas tecnologías refuerzan el relato con modelaciones en 3D y material audiovisual; pero cada arma, cada uniforme, conserva una historia de sacrificios... de aquel que entregó sus ahorros, o vendió su empleo…
Cada año, cerca de cien mil personas recorren absortos estos muros, se detienen ante cada detalle, buscando reconocerse en el devenir histórico de una nación.
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