Santiago de Cuba, 10 abr.— Una gran ovación recibieron hoy, en la ciudad de Santiago de Cuba, la Diva del Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, y el prolífico músico santiaguero, Enrique Bonne, Premio Nacional de Música 2016, durante el concierto que Portuondo ofreció en el Teatro Martí.
Durante poco más de una hora, la
cantante ofreció un recorrido por temas antológicos de su repertorio, de
las décadas de 1980 y 1990, y otros que han marcado su extensa carrera
artística, entre ellos Tal vez, de la autoría de Juan Formell, y Lo que
me queda por vivir, de Alberto Vera.
Emotivo fue el inicio del espectáculo con la interpretación de Noche cubana, de César Portillo de la Luz, y la entrega, más tarde, del Drume negrita, composición de Eliseo Negret, inmortalizada en la voz de Bola de Nieve y como complemento sonoro de la oratoria del Maestro Luis Carbonell, de quien la Diva evocó su extraordinario talento musical.
Acompañada por el destacado laudista Barbarito Torres y otros músicos, la Novia del Feeling abarcó con gracia y magistralidad el son, el bolero, y otros géneros, en perfecta interacción con un público heterogéneo que abarrotó el centenario Teatro Martí y que, en varias ocasiones, se puso de pie para reverenciar tanta genialidad.
Muy agradecida por los espectadores resultó la improvisación que la intérprete hizo junto al sonero santiaguero Tiburón Morales, quien se encontraba entre el auditorio y fue invitado por Omara a subir al escenario, donde hicieron un derroche de criollismo musical. Ante una representación del pueblo que tantas veces lo ha aplaudido y de sus amigos de siempre, fue entregado a Enrique Bonne el diploma que lo acredita como Premio Nacional de Música 2016, galardón del cual fue merecedor recientemente por ser un cronista de su país a través de esa expresión musical, según señaló el jurado presidido por Digna Guerra.
Tras recibir el reconocimiento de manos de Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música, el “padre del ritmo pilón” agradeció el galardón y manifestó su satisfacción por el lauro, fruto de una vida consagrada a estimular la alegría y la espiritualidad de la gente, a través de la cultura.
Mientras, el escultor Alberto Lescay, en nombre de la Fundación Caguayo para las Artes Monumentales y Aplicadas, le entregó, de su autoría, una estatuilla réplica de la escultura de José Martí, obra emplazada en la intersección de las avenidas Martí y De los Libertadores, de la Ciudad Héroe.
Un prolongado aplauso estremeció al teatro, en gratitud a la Diva del Buena Vista Social Club por su virtuosismo y como tributo a Bonne, quien desde el tabloncillo llamó al grupo de tambores que lleva su nombre para que entrara a la escena, con el toque inconfundible de la conga santiaguera, cuya armonía acompañó la salida del teatro de muchos de los espectadores.
Asistieron al espectáculo los miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Lázaro Expósito Canto, primer secretario de esa organización política en la provincia de Santiago de Cuba, y Beatriz Jhonson Urrutia, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular, además de notables artistas e intelectuales del territorio indómito.
Emotivo fue el inicio del espectáculo con la interpretación de Noche cubana, de César Portillo de la Luz, y la entrega, más tarde, del Drume negrita, composición de Eliseo Negret, inmortalizada en la voz de Bola de Nieve y como complemento sonoro de la oratoria del Maestro Luis Carbonell, de quien la Diva evocó su extraordinario talento musical.
Acompañada por el destacado laudista Barbarito Torres y otros músicos, la Novia del Feeling abarcó con gracia y magistralidad el son, el bolero, y otros géneros, en perfecta interacción con un público heterogéneo que abarrotó el centenario Teatro Martí y que, en varias ocasiones, se puso de pie para reverenciar tanta genialidad.
Muy agradecida por los espectadores resultó la improvisación que la intérprete hizo junto al sonero santiaguero Tiburón Morales, quien se encontraba entre el auditorio y fue invitado por Omara a subir al escenario, donde hicieron un derroche de criollismo musical. Ante una representación del pueblo que tantas veces lo ha aplaudido y de sus amigos de siempre, fue entregado a Enrique Bonne el diploma que lo acredita como Premio Nacional de Música 2016, galardón del cual fue merecedor recientemente por ser un cronista de su país a través de esa expresión musical, según señaló el jurado presidido por Digna Guerra.
Tras recibir el reconocimiento de manos de Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música, el “padre del ritmo pilón” agradeció el galardón y manifestó su satisfacción por el lauro, fruto de una vida consagrada a estimular la alegría y la espiritualidad de la gente, a través de la cultura.
Mientras, el escultor Alberto Lescay, en nombre de la Fundación Caguayo para las Artes Monumentales y Aplicadas, le entregó, de su autoría, una estatuilla réplica de la escultura de José Martí, obra emplazada en la intersección de las avenidas Martí y De los Libertadores, de la Ciudad Héroe.
Un prolongado aplauso estremeció al teatro, en gratitud a la Diva del Buena Vista Social Club por su virtuosismo y como tributo a Bonne, quien desde el tabloncillo llamó al grupo de tambores que lleva su nombre para que entrara a la escena, con el toque inconfundible de la conga santiaguera, cuya armonía acompañó la salida del teatro de muchos de los espectadores.
Asistieron al espectáculo los miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Lázaro Expósito Canto, primer secretario de esa organización política en la provincia de Santiago de Cuba, y Beatriz Jhonson Urrutia, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular, además de notables artistas e intelectuales del territorio indómito.
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