Santiago de Cuba, 11 mar.— Sobre las dos de la tarde de 11 de marzo de 1876, hace hoy 141 años, en el campamento insurrecto de Máximo Gómez, en La Reforma, Sancti Spíritus, llegó al mundo el cuarto hijo del Generalísimo con su esposa Bernarda del Toro Pelegrín, a quien pusieron por nombre Francisco.
Entre peligros, el zumbido de los
disparos y el humo de las batallas, aprendió a caminar y creció
Francisco (Panchito) Gómez Toro y junto a ello familiarizó con muchos
patriotas. Antonio Maceo fue uno de los primeros en conocerlo y tomarlo
entre sus brazos sin imaginar que en la hora fatídica del 7 de diciembre
de 1896 estaría a su lado en la muerte.
El medio donde creció Panchito perfiló el modo de asumir la vida. A principios de los años 90 del siglo diecinueve él era uno de los pinos nuevos de la Guerra del 95. Con 16 años conoció a José Martí en Santo Domingo y dos años más tarde era su secretario particular, acompañándolo en varios viajes para preparar y aunar voluntades en pos del éxito en el nuevo conflicto con España.
En esa época escribió el apóstol a Máximo Gómez: “No creo haber tenido a mi lado criatura de menos imperfecciones”. Pero el sueño mayor del muchacho era luchar en la manigua, por eso desde Montecristi, estando ya el padre combatiendo en Cuba le escribió: “Hasta que yo no haya dado la cara a la pólvora y la muerte, no me creeré hombre. El mérito no puede heredarse, hay que ganarlo”.
Y ese sueño de Panchito se cumplió a partir del 8 de septiembre de 1896 cuando regresó a tierra cubana y llegó como Teniente al occidente del país en una expedición bajo el mando del General Juan Rius Rivera, siendo asignado al Estado Mayor del Lugarteniente General Antonio Maceo, quien lo ascendió al grado de Capitán. Desde ese momento ya podía darle la cara a la pólvora.
La historia recoge la presencia de Francisco Gómez Toro en los combates de Montesuelo, Tumbas de Estorino, Isabel María, Ceja del Negro, Gulalón, Artemisa, El Rosario, El Rabí, El Jobo, Bejerano y La Gobernadora, donde fue herido en el hombro izquierdo. Además, junto al General Antonio realizó la proeza de cruzar la Trocha de Mariel a Majana.
Cuando se produjeron las acciones de San Pedro el 7 de diciembre de 1896, Panchito se encontraba convaleciente aún de una herida en combate. Al enterarse de la muerte del Titán de Bronce partió a su lado para rescatar su cadáver, pero varios disparos del enemigo lo derribaron sobre el cuerpo de su jefe, siendo posteriormente rematado a machetazos por un soldado español. Tenía entonces 20 años de edad.
A 141 años de su natalicio las nuevas generaciones de cubanos tienen en Panchito Gómez Toro el ejemplo de un héroe.
El medio donde creció Panchito perfiló el modo de asumir la vida. A principios de los años 90 del siglo diecinueve él era uno de los pinos nuevos de la Guerra del 95. Con 16 años conoció a José Martí en Santo Domingo y dos años más tarde era su secretario particular, acompañándolo en varios viajes para preparar y aunar voluntades en pos del éxito en el nuevo conflicto con España.
En esa época escribió el apóstol a Máximo Gómez: “No creo haber tenido a mi lado criatura de menos imperfecciones”. Pero el sueño mayor del muchacho era luchar en la manigua, por eso desde Montecristi, estando ya el padre combatiendo en Cuba le escribió: “Hasta que yo no haya dado la cara a la pólvora y la muerte, no me creeré hombre. El mérito no puede heredarse, hay que ganarlo”.
Y ese sueño de Panchito se cumplió a partir del 8 de septiembre de 1896 cuando regresó a tierra cubana y llegó como Teniente al occidente del país en una expedición bajo el mando del General Juan Rius Rivera, siendo asignado al Estado Mayor del Lugarteniente General Antonio Maceo, quien lo ascendió al grado de Capitán. Desde ese momento ya podía darle la cara a la pólvora.
La historia recoge la presencia de Francisco Gómez Toro en los combates de Montesuelo, Tumbas de Estorino, Isabel María, Ceja del Negro, Gulalón, Artemisa, El Rosario, El Rabí, El Jobo, Bejerano y La Gobernadora, donde fue herido en el hombro izquierdo. Además, junto al General Antonio realizó la proeza de cruzar la Trocha de Mariel a Majana.
Cuando se produjeron las acciones de San Pedro el 7 de diciembre de 1896, Panchito se encontraba convaleciente aún de una herida en combate. Al enterarse de la muerte del Titán de Bronce partió a su lado para rescatar su cadáver, pero varios disparos del enemigo lo derribaron sobre el cuerpo de su jefe, siendo posteriormente rematado a machetazos por un soldado español. Tenía entonces 20 años de edad.
A 141 años de su natalicio las nuevas generaciones de cubanos tienen en Panchito Gómez Toro el ejemplo de un héroe.
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