Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 21 mar.— Coincidiendo con el equinoccio de primavera y el inicio oficial de esa estación del año en el hemisferio norte de nuestro planeta, donde Cuba está incluida, hoy 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía.
Al proclamar esa conmemoración en 1998
la Trigésima Conferencia General de la UNESCO, lo hizo con el propósito
de estimular ese impulso social de los valores humanos que la poesía
entraña, y su rol en la satisfacción de las necesidades espirituales del
hombre contemporáneo.
Si es así, digamos entonces, que fue muy acertada la decisión de la UNESCO de celebrar el Día Mundial de la Poesía con el inicio de la primavera, porque ambas, poesía y primavera, están estrechamente unidas a los más puros sentimientos del ser humano, que nos hacen amar las cosas bellas y hermosas de la vida fortaleciendo nuestro espíritu.
No es ningún secreto que los poderes hegemónicos existentes tratan hoy de monopolizar también la cultura y lejos de contribuir al desarrollo del acervo cultural de la humanidad, lo que pretenden es embrutecerlo, valiéndose de los poderes mediáticos que dominan, sobre todo la radio y la televisión, para hacer que el hombre como ser social que es pierda su identidad y manejarlo a su antojo.
La poesía es palabra y en esa lucha, la palabra tiene un enorme valor socializante, porque ella puede llevar a los seres humanos a la confrontación consigo mismo, o al diálogo con otros, evitando la alienación de la belleza, de la solidaridad, la amistad y la lucha común por transformar el mundo y convertirlo en el que queremos, que es lo que precisamente quieren evitar los poderes hegemónicos globalizantes.
En Cuba, cada 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, se convierte la jornada en un verdadero festival que se extiende por todos los municipios del país, e incluso, por decenas de instituciones a nivel de comunidad, como las casas de cultura, o por los miles de talleres literarios existentes, donde todo el que desee puede ir a declamar sus versos o a escuchar los de los demás.
Soñar con un mundo mejor de paz y felicidad, más que una utopía es poesía. Si los hombres y mujeres nos sentimos poetas, podemos juntos convertir al mundo en un bello poema de amor y solidaridad entre todos, para que nuestro planeta perdure por siempre, como la poesía.
Si es así, digamos entonces, que fue muy acertada la decisión de la UNESCO de celebrar el Día Mundial de la Poesía con el inicio de la primavera, porque ambas, poesía y primavera, están estrechamente unidas a los más puros sentimientos del ser humano, que nos hacen amar las cosas bellas y hermosas de la vida fortaleciendo nuestro espíritu.
No es ningún secreto que los poderes hegemónicos existentes tratan hoy de monopolizar también la cultura y lejos de contribuir al desarrollo del acervo cultural de la humanidad, lo que pretenden es embrutecerlo, valiéndose de los poderes mediáticos que dominan, sobre todo la radio y la televisión, para hacer que el hombre como ser social que es pierda su identidad y manejarlo a su antojo.
La poesía es palabra y en esa lucha, la palabra tiene un enorme valor socializante, porque ella puede llevar a los seres humanos a la confrontación consigo mismo, o al diálogo con otros, evitando la alienación de la belleza, de la solidaridad, la amistad y la lucha común por transformar el mundo y convertirlo en el que queremos, que es lo que precisamente quieren evitar los poderes hegemónicos globalizantes.
En Cuba, cada 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, se convierte la jornada en un verdadero festival que se extiende por todos los municipios del país, e incluso, por decenas de instituciones a nivel de comunidad, como las casas de cultura, o por los miles de talleres literarios existentes, donde todo el que desee puede ir a declamar sus versos o a escuchar los de los demás.
Soñar con un mundo mejor de paz y felicidad, más que una utopía es poesía. Si los hombres y mujeres nos sentimos poetas, podemos juntos convertir al mundo en un bello poema de amor y solidaridad entre todos, para que nuestro planeta perdure por siempre, como la poesía.
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