Santiago de Cuba, 13 mar.— Pocos detalles de la vida de las personas que habitan las zonas montañosas del oriente de Cuba escapan al lente acucioso del fotógrafo santiaguero René Silveira Toledo.
En sus muchos años de experiencia, él ha
sabido encontrar y capturar las imágenes más bellas e impresionantes de
la cultura cafetalera, un acervo que tiene en esta zona del país
antiguas haciendas declaradas Patrimonio de la Humanidad (2000).
“Con sabor a café”, una exposición
fotográfica que se inaugurará en la Casa Dranguet el 18 de abril de
2017, el artista mostrará la cotidianidad de esas personas que han
pasado toda su vida vinculadas al cultivo y procesamiento del aromático
grano, y con ella, además, el creador celebra el Día Internacional de
los Monumentos y Sitios Históricos y los 20 años de la Oficina del
Conservador de la Ciudad (OCC) de Santiago de Cuba.
En 15 instantáneas, entre paisajes, vistas panorámicas, detalles y retratos, el artista confiesa preferir este último género, más recurrente en la muestra, “porque se centra más en el carácter de las personas que habitan esas zonas, se enfoca más en las vivencias humanas, que al final son protagónicas; se reflejan las arrugas de la piel, de los rostros, que son fruto del trabajo de toda una vida dedicada al cultivo del café”.
“Prefiero sorprender a las personas en su ambiente natural, en el lugar donde habitan o trabajan, en las zonas por donde se desplazan, en todos los escenarios que formen parte de su cotidianidad, en especial en aquellos parajes relacionados con las antiguas haciendas declaradas Patrimonio de la Humanidad, y donde esas ruinas se insertan en la vida de ellos de forma orgánica”, asegura el artista.
Algunas de las imágenes fueron capturadas en las inmediaciones de la antigua hacienda Fraternidad, en Santiago de Cuba, que hoy se revitaliza gracias a los beneficios del proyecto internacional Los Caminos del Café, financiado por la Unión Europea, la fundación Malongo y la OCC; otras se obtuvieron en la zona de Yateras, también relacionado con el cultivo del aromático grano.
En “Con sabor a café” encuentran espacio los hombres, las mujeres y los niños de las zonas serranas del oriente de Cuba y cuyas vidas cotidianas se vinculan al cultivo del café, también se reflejan esos espectaculares paisajes capaces de seducir y enamorar: las montañas, los paisajes, los ríos, el verdor.
En 15 instantáneas, entre paisajes, vistas panorámicas, detalles y retratos, el artista confiesa preferir este último género, más recurrente en la muestra, “porque se centra más en el carácter de las personas que habitan esas zonas, se enfoca más en las vivencias humanas, que al final son protagónicas; se reflejan las arrugas de la piel, de los rostros, que son fruto del trabajo de toda una vida dedicada al cultivo del café”.
“Prefiero sorprender a las personas en su ambiente natural, en el lugar donde habitan o trabajan, en las zonas por donde se desplazan, en todos los escenarios que formen parte de su cotidianidad, en especial en aquellos parajes relacionados con las antiguas haciendas declaradas Patrimonio de la Humanidad, y donde esas ruinas se insertan en la vida de ellos de forma orgánica”, asegura el artista.
Algunas de las imágenes fueron capturadas en las inmediaciones de la antigua hacienda Fraternidad, en Santiago de Cuba, que hoy se revitaliza gracias a los beneficios del proyecto internacional Los Caminos del Café, financiado por la Unión Europea, la fundación Malongo y la OCC; otras se obtuvieron en la zona de Yateras, también relacionado con el cultivo del aromático grano.
En “Con sabor a café” encuentran espacio los hombres, las mujeres y los niños de las zonas serranas del oriente de Cuba y cuyas vidas cotidianas se vinculan al cultivo del café, también se reflejan esos espectaculares paisajes capaces de seducir y enamorar: las montañas, los paisajes, los ríos, el verdor.
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