Santiago de Cuba, 8 ene.— Cuando el país se adentra en pleno período seco, la escasez de lluvias y la consiguiente carencia de agua atenazan hoy a esta provincia, una de las más persistentemente afectadas por el fenómeno atmosférico.
En varios momentos, durante el año que
finalizó, los pronósticos de precipitaciones alentaron las esperanzas de
los lugareños de que mejorara la situación pero la realidad los dejó
con la insatisfacción de las presas sin llenar y el alargamiento de los
ciclos de distribución.
Autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) informaron que los 11 embalses del territorio registran solo un 47 por ciento de sus capacidades, con el panorama más crítico en los municipios de Guamá y Tercer Frente y en los reservorios que abastecen a esta ciudad y la de Palma Soriano.
No obstante el déficit, a comienzos del pasado año el dato era aún más desolador, con menos del 30 por ciento de llenado de esos depósitos y Parada y Hatillo virtualmente en volumen muerto.
Con solo un 86 por ciento de la media histórica de lluvias en el territorio, el 2016 se comportó como un año moderadamente seco, de acuerdo con los especialistas, quienes apuntaron que desde 1973 hasta esta fecha solo en 11 años se superó el promedio histórico, lo cual da una idea de la complejidad de estas circunstancias.
Ante el desfavorable comportamiento pluviométrico, sostenido durante la mayor parte del tiempo en las últimas cuatro décadas, cuantiosas y millonarias inversiones, junto a los hábitos de ahorro, han paliado el impacto negativo en la población y los organismos estatales.
La falta de agua es una de las más antiguas angustias para los habitantes de esta ciudad, favorecidos en años recientes con un acueducto prácticamente nuevo que sustituyó a viejos y deteriorados sistemas de equipos y tuberías, pero enfrentado a la carencia de ese recurso natural indispensable.
Autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) informaron que los 11 embalses del territorio registran solo un 47 por ciento de sus capacidades, con el panorama más crítico en los municipios de Guamá y Tercer Frente y en los reservorios que abastecen a esta ciudad y la de Palma Soriano.
No obstante el déficit, a comienzos del pasado año el dato era aún más desolador, con menos del 30 por ciento de llenado de esos depósitos y Parada y Hatillo virtualmente en volumen muerto.
Con solo un 86 por ciento de la media histórica de lluvias en el territorio, el 2016 se comportó como un año moderadamente seco, de acuerdo con los especialistas, quienes apuntaron que desde 1973 hasta esta fecha solo en 11 años se superó el promedio histórico, lo cual da una idea de la complejidad de estas circunstancias.
Ante el desfavorable comportamiento pluviométrico, sostenido durante la mayor parte del tiempo en las últimas cuatro décadas, cuantiosas y millonarias inversiones, junto a los hábitos de ahorro, han paliado el impacto negativo en la población y los organismos estatales.
La falta de agua es una de las más antiguas angustias para los habitantes de esta ciudad, favorecidos en años recientes con un acueducto prácticamente nuevo que sustituyó a viejos y deteriorados sistemas de equipos y tuberías, pero enfrentado a la carencia de ese recurso natural indispensable.
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