Por Lourdes Palau Vázquez
Santiago de Cuba, 11 ene.— Tú no la conociste pero te amo en la Flor, en la Palabra Dulce, en la ternura que nació en Media Luna allá en Manzanillo y se expandió como las flores silvestres por la Sierra.
Santiago de Cuba, 11 ene.— Tú no la conociste pero te amo en la Flor, en la Palabra Dulce, en la ternura que nació en Media Luna allá en Manzanillo y se expandió como las flores silvestres por la Sierra.
Tú no la conociste pero un once de enero
hace 37 años partió entre Mariposas y lirios dejando ahijados, hijos
adoptivos, hermanos crecidos en las luchas junto a su regazo, dejando
una Revolución que ayudó a forjar con valentía y la intrepidez que solo
ella sabia, la Celia de todos.
Fue minuciosa en guardar cada documento que recibía Fidel en las montañas para que la historia pudiera existir, para que no se perdieran órdenes, recados, avisos, ascensos, consejos guerrilleros.
Tú no la conociste pero quedó en el corazón de todo el que pudo admirar su modestia y su coraje cuando subió a la Sierra entre marabuzales llevando armas, cuando enfrento con sangre fría peligros y retos desde la clandestinidad.
Celia Sánchez Manduley sembró en las mujeres cubanas el espíritu de lucha, el temple de Marianas, la fidelidad a Cuba y a Fidel, por quien sintió una admiración especial.
Cuentan que huía de fotógrafos y periodistas y cuando le buscaban la encontraban haciendo algún espacio para ayudar a los que la necesitaban o sembrando una planta, su sencillez y modestia le franquearon un espacio en el corazón del pueblo que la respeta y que aquel infausto día en que con solo 60 años vividos la muerte se la llevó.
Tú no la conociste pero se ha multiplicado y te la puedes encontrar en fábricas, hospitales, comercios, escuelas, en las tareas de la defensa, en una rosa, en tu jardín, en el agua fresca y clara, en las buenas acciones.
Celia de todos esta allá arriba en la cima del Turquino donde plantó un busto de Martí junto a su padre para bendecir a Cuba, está en la orquídea que regala su belleza y se niega a marchitarse, está en tu buena obra y en estas líneas que la traen de vuelta y hacen que el corazón lata con fuerza.
Fue minuciosa en guardar cada documento que recibía Fidel en las montañas para que la historia pudiera existir, para que no se perdieran órdenes, recados, avisos, ascensos, consejos guerrilleros.
Tú no la conociste pero quedó en el corazón de todo el que pudo admirar su modestia y su coraje cuando subió a la Sierra entre marabuzales llevando armas, cuando enfrento con sangre fría peligros y retos desde la clandestinidad.
Celia Sánchez Manduley sembró en las mujeres cubanas el espíritu de lucha, el temple de Marianas, la fidelidad a Cuba y a Fidel, por quien sintió una admiración especial.
Cuentan que huía de fotógrafos y periodistas y cuando le buscaban la encontraban haciendo algún espacio para ayudar a los que la necesitaban o sembrando una planta, su sencillez y modestia le franquearon un espacio en el corazón del pueblo que la respeta y que aquel infausto día en que con solo 60 años vividos la muerte se la llevó.
Tú no la conociste pero se ha multiplicado y te la puedes encontrar en fábricas, hospitales, comercios, escuelas, en las tareas de la defensa, en una rosa, en tu jardín, en el agua fresca y clara, en las buenas acciones.
Celia de todos esta allá arriba en la cima del Turquino donde plantó un busto de Martí junto a su padre para bendecir a Cuba, está en la orquídea que regala su belleza y se niega a marchitarse, está en tu buena obra y en estas líneas que la traen de vuelta y hacen que el corazón lata con fuerza.
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