Santiago de Cuba, 27 ago.— Hoy día, a cada minuto la palabra más pronunciada y escuchada, es la de valores. Esa que pocos la practican. Valores, son un conjunto de normas o principios que dirigen el correcto comportamiento de las personas. Entre esas normas y principios están la solidaridad, el respeto, educación, fidelidad, honestidad, sinceridad, honradez, patriotismo y otras.
Los valores comienzan en la cuna y deben
terminar en la tumba, según preceptos martianos, por tanto, es la
familia el principal eslabón en la formación de valores, y valga la
redundancia. La escuela es el complemento. A ese tema dedicaremos otro
espacio.
En mi época de niña y luego en la adolescencia, en los hogares cubanos no se hablaba de valores, porque esos ya estaban formados. Las familias eran, en su mayoría pobres, pero siempre partían de la honradez y del respeto.
Se imponía el respeto a los mayores: abuelos, padres, tías y tios y a cualquier vecino o persona adulta, aunque fueran desconocidas.
En la actualidad se habla de los valores y que hay que rescatarlos. Hace tiempo esos se perdieron y ahora la labor es de volver a crearlos.
Los primeros que tienen que trabajar en ese sentido, son las familias que deben optar por un mejor lenguaje, despojados de malas palabras, groserías y malas actitudes en la comunidad.
Hay falta de respeto entre mayores y jóvenes, hay violencia y lenguaje de adultos. Padres que mandan a fajar a sus menores, a coger piedras y cuchillos para agredir al otro.
También existe la violencia familiar. Los padres se creen con derechos a golpear y maltratar a sus hijos. La violencia, genera violencia. Hay que enseñarles a los más jóvenes a utilizar las palabras mágicas como: permiso, gracias, buenos días, buenas tardes o buenas noches.
Si esas cosas existen en los hogares y en las comunidades, se impone la necesidad de trabajar con la familia, para salvar la situación y la buena conducta ciudadana.
El prócer mejicano, Benito Juárez, proclamó que “el respeto al derecho ajeno, es la paz”. Entonces trabajemos por los valores y habrá paz, en los hogares, en la comunidad y en toda la sociedad.
En mi época de niña y luego en la adolescencia, en los hogares cubanos no se hablaba de valores, porque esos ya estaban formados. Las familias eran, en su mayoría pobres, pero siempre partían de la honradez y del respeto.
Se imponía el respeto a los mayores: abuelos, padres, tías y tios y a cualquier vecino o persona adulta, aunque fueran desconocidas.
En la actualidad se habla de los valores y que hay que rescatarlos. Hace tiempo esos se perdieron y ahora la labor es de volver a crearlos.
Los primeros que tienen que trabajar en ese sentido, son las familias que deben optar por un mejor lenguaje, despojados de malas palabras, groserías y malas actitudes en la comunidad.
Hay falta de respeto entre mayores y jóvenes, hay violencia y lenguaje de adultos. Padres que mandan a fajar a sus menores, a coger piedras y cuchillos para agredir al otro.
También existe la violencia familiar. Los padres se creen con derechos a golpear y maltratar a sus hijos. La violencia, genera violencia. Hay que enseñarles a los más jóvenes a utilizar las palabras mágicas como: permiso, gracias, buenos días, buenas tardes o buenas noches.
Si esas cosas existen en los hogares y en las comunidades, se impone la necesidad de trabajar con la familia, para salvar la situación y la buena conducta ciudadana.
El prócer mejicano, Benito Juárez, proclamó que “el respeto al derecho ajeno, es la paz”. Entonces trabajemos por los valores y habrá paz, en los hogares, en la comunidad y en toda la sociedad.
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