Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 3 may.— De decisiva para el futuro de la Revolución calificó el Comandante Che Guevara la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, que convocada por el Comandante en Jefe y Secretario General de esa organización revolucionaria, Fidel Castro Ruz, se efectuó el 3 de mayo de 1958 en Altos de Mompié, Sierra Maestra.
Santiago de Cuba, 3 may.— De decisiva para el futuro de la Revolución calificó el Comandante Che Guevara la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, que convocada por el Comandante en Jefe y Secretario General de esa organización revolucionaria, Fidel Castro Ruz, se efectuó el 3 de mayo de 1958 en Altos de Mompié, Sierra Maestra.
El tema principal de esta reunión fue un
análisis exhaustivo y crítico del fracaso de la huelga del 9 de abril
de 1958 cuyo objetivo era precipitar la derrota del tirano Fulgencio
Batista, resultando todo lo contrario porque se subestimó la
participación de la clase obrera en la misma y se priorizaron las
acciones combativas en las ciudades, que se convirtieron en un fracaso y
dejaron un saldo de más de un centenar de combatientes caídos,
centenares tuvieron que pasar totalmente a la clandestinidad, alzarse o
exiliarse.
Esos resultados adversos situaron al movimiento revolucionario en uno de los momentos más difíciles de todo el proceso de la lucha contra la tiranía, mientras que el régimen, envalentonado por su aparente victoria, decidió lanzar contra la Sierra Maestra una ofensiva general con 10 mil soldados para acabar totalmente con la lucha en las montañas y con el Comandante en Jefe, de ahí que este plan fuera denominado “Fin de Fidel”.
En esta reunión de Altos de Mompié además de Fidel participaron los miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, René Ramos Latour, Faustino Pérez, Haydee Santamaría, Celia Sánchez, Vilma Espín, Marcelo Fernández Font, David Salvador y Enzo Infante, asistiendo como invitados el Comandante Che Guevara, así como Antonio Torres y Luís M. Bush.
Otro acuerdo importante de esta reunión fue que la dirección política y militar de la revolución sería ejercida por Fidel, designado como Secretario General de Movimiento 26 de Julio y Comandante en Jefe de todas las fuerzas, incluidas las milicias urbanas. Además, el ejército revolucionario del M-27-7 cambiaría de nombre para convertirse en el Ejército Rebelde, a fin de permitir que todos los que luchaban contra la dictadura, independiente de la organización en que militaran estarían bajo la dirección de ese mando único.
En ocasión del fracaso de la Huelga de Abril de 1958, Fidel escribió a uno de sus organizadores expresándole: “Hemos perdido una batalla, pero no la guerra. Tengo la esperanza de que en el menor tiempo de los que muchos son capaces de imaginar habremos convertido la derrota en victoria”. La reunión del 3 de mayo en Altos de Mompié, fue, sin dudas, la avanzada de esa victoria final de la Revolución.
Esos resultados adversos situaron al movimiento revolucionario en uno de los momentos más difíciles de todo el proceso de la lucha contra la tiranía, mientras que el régimen, envalentonado por su aparente victoria, decidió lanzar contra la Sierra Maestra una ofensiva general con 10 mil soldados para acabar totalmente con la lucha en las montañas y con el Comandante en Jefe, de ahí que este plan fuera denominado “Fin de Fidel”.
En esta reunión de Altos de Mompié además de Fidel participaron los miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, René Ramos Latour, Faustino Pérez, Haydee Santamaría, Celia Sánchez, Vilma Espín, Marcelo Fernández Font, David Salvador y Enzo Infante, asistiendo como invitados el Comandante Che Guevara, así como Antonio Torres y Luís M. Bush.
Otro acuerdo importante de esta reunión fue que la dirección política y militar de la revolución sería ejercida por Fidel, designado como Secretario General de Movimiento 26 de Julio y Comandante en Jefe de todas las fuerzas, incluidas las milicias urbanas. Además, el ejército revolucionario del M-27-7 cambiaría de nombre para convertirse en el Ejército Rebelde, a fin de permitir que todos los que luchaban contra la dictadura, independiente de la organización en que militaran estarían bajo la dirección de ese mando único.
En ocasión del fracaso de la Huelga de Abril de 1958, Fidel escribió a uno de sus organizadores expresándole: “Hemos perdido una batalla, pero no la guerra. Tengo la esperanza de que en el menor tiempo de los que muchos son capaces de imaginar habremos convertido la derrota en victoria”. La reunión del 3 de mayo en Altos de Mompié, fue, sin dudas, la avanzada de esa victoria final de la Revolución.
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