Por Claudia González Catalán
Santiago de Cuba, 25 mar.— Resulta casi retórico preguntar a algún santiaguero si imagina esta ciudad sin la Plaza de Marte. Desde finales del siglo XVIII ha estado marcando los límites de la modernización, cuando la “ciudad vieja” comenzó a crecer hacia el este.
Santiago de Cuba, 25 mar.— Resulta casi retórico preguntar a algún santiaguero si imagina esta ciudad sin la Plaza de Marte. Desde finales del siglo XVIII ha estado marcando los límites de la modernización, cuando la “ciudad vieja” comenzó a crecer hacia el este.
La arquitecta Ivette María Borjas Martín, especialista principal de la Dirección del Plan Maestro
adscrita a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba,
nos acerca a la historia más lejana de este parque:
“Inicialmente era una zona de descanso, una zona de carros tirados por animales que entraban y salían desde el Caney y este espacio servía de enlace entre esta parte y la ciudad. Era también donde se ejercitaban las tropas militares de ahí su nombre de Campo de Marte”.
Sus múltiples funciones y monumentos asocian este sitio al antiguo dios romano de la guerra o las gestas independentistas cubanas. En 1902 una fuente alegórica a Minerva dio paso a la majestuosa Columna de los Veteranos y sólo en 1940 se emplazaron las pérgolas y el hemiciclo que completan su imagen actual.
Tampoco tuvo siempre el mismo nombre. Las denominaciones parecen haberse perdido en el tiempo y sólo una persiste en el imaginario santiaguero.
“Ha tenido varios nombres en el desarrollo de la historia –apunta Ivette-, el 12 de junio de 1899, por un acuerdo municipal, es que se le pone Parque de la Libertad. La población no ha hecho gala de todos estos nombres y la tradición popular lo continúa llamando Plaza de Marte, que es el nombre por el que la conocemos todos los santiagueros y visitantes.”
Hoy la Plaza de Marte no es sólo el espacio público, sino también las 35 edificaciones que la circundan. Muchas de ellas han cambiado recientemente su función administrativa por propuestas de esparcimiento. Una parte del proceso de restauración que se propone optimizar su funcionalidad, Ivette nos amplía:
“El pavimento fue deteriorándose con el paso del tiempo, fundamentalmente el piso de granito de las pérgolas, el hemiciclo y las escaleras. Por eso estamos en un proceso para devolverle sus características originales y su funcionamiento óptimo al parque".
“Trabajamos en el mobiliario urbano, la restauración, la pintura y el mantenimiento tanto de los bancos, las papeleras; la limpieza de los monumentos que existen en el interior de la Plaza, la revisión del sistema de iluminación.
Igualmente el tratamiento a la vegetación que es sistemático por la Brigada de Parques y Plazas que pertenece a la Oficina del Conservador de la Ciudad”.
Sin embargo, los ruidos de la reparación no alteran su ritmo cotidiano. Es más fuerte el paso habitual de los santiagueros por este sitio de todos los encuentros.
“Inicialmente era una zona de descanso, una zona de carros tirados por animales que entraban y salían desde el Caney y este espacio servía de enlace entre esta parte y la ciudad. Era también donde se ejercitaban las tropas militares de ahí su nombre de Campo de Marte”.
Sus múltiples funciones y monumentos asocian este sitio al antiguo dios romano de la guerra o las gestas independentistas cubanas. En 1902 una fuente alegórica a Minerva dio paso a la majestuosa Columna de los Veteranos y sólo en 1940 se emplazaron las pérgolas y el hemiciclo que completan su imagen actual.
Tampoco tuvo siempre el mismo nombre. Las denominaciones parecen haberse perdido en el tiempo y sólo una persiste en el imaginario santiaguero.
“Ha tenido varios nombres en el desarrollo de la historia –apunta Ivette-, el 12 de junio de 1899, por un acuerdo municipal, es que se le pone Parque de la Libertad. La población no ha hecho gala de todos estos nombres y la tradición popular lo continúa llamando Plaza de Marte, que es el nombre por el que la conocemos todos los santiagueros y visitantes.”
Hoy la Plaza de Marte no es sólo el espacio público, sino también las 35 edificaciones que la circundan. Muchas de ellas han cambiado recientemente su función administrativa por propuestas de esparcimiento. Una parte del proceso de restauración que se propone optimizar su funcionalidad, Ivette nos amplía:
“El pavimento fue deteriorándose con el paso del tiempo, fundamentalmente el piso de granito de las pérgolas, el hemiciclo y las escaleras. Por eso estamos en un proceso para devolverle sus características originales y su funcionamiento óptimo al parque".
“Trabajamos en el mobiliario urbano, la restauración, la pintura y el mantenimiento tanto de los bancos, las papeleras; la limpieza de los monumentos que existen en el interior de la Plaza, la revisión del sistema de iluminación.
Igualmente el tratamiento a la vegetación que es sistemático por la Brigada de Parques y Plazas que pertenece a la Oficina del Conservador de la Ciudad”.
Sin embargo, los ruidos de la reparación no alteran su ritmo cotidiano. Es más fuerte el paso habitual de los santiagueros por este sitio de todos los encuentros.
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