Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 14 feb.— Hoy es el Día del Amor y quisiéramos compartirlo con ustedes narrándoles un pasaje de la vida íntima del inolvidable santiaguero Frank País García, quien a pesar de ser un ferviente revolucionario amaba todo lo hermoso que rodeaba su existencia, como la naturaleza, la música, la poesía, los libros, y también a las mujeres.
Santiago de Cuba, 14 feb.— Hoy es el Día del Amor y quisiéramos compartirlo con ustedes narrándoles un pasaje de la vida íntima del inolvidable santiaguero Frank País García, quien a pesar de ser un ferviente revolucionario amaba todo lo hermoso que rodeaba su existencia, como la naturaleza, la música, la poesía, los libros, y también a las mujeres.
Estando preso en la cárcel de Boniato en espera del juicio por los sucesos del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, Frank escribió una carta a su amiga guantanamera Alina Jiménez, fechada el 14 de abril de 1957 donde muestra toda su sensibilidad, que contrastaba con su responsabilidad de Jefe de Acción Nacional del Movimiento 26 de Julio, dirigiendo la lucha clandestina en todo el país.
En esa misiva Frank le dice a su amiga, “Querida Alina: Hoy es domingo y es bastante triste porque está lloviendo y todo el cielo está gris (…), hoy he estado leyendo versos y me encontré con estos que me hicieron detenerme en ellos, me recuerdan tantas cosas!, yo sé que tú también lo comprenderás”
“Ella no fue entre todas la más bella, / pero me dio el amor más hondo y largo. / Otras me amaron más y sin embargo / a ninguna la quise como a ella /
Ella estuvo entre mis brazos sin ser mía, / como el agua en un cántaro sediento, / como un perfume que se fue en el viento / y que vuelve en el viento todavía /
Me penetró su sed insatisfecha, / como un arado sobre la llanura / abriendo en su fugaz desgarradura / la esperanza feliz de la cosecha /
Ella fue lo cercano en lo remoto, / pero llenaba todo lo vacío, / como el viento en las velas del navío, / como la luz en el espejo roto /
Por eso aún pienso en la mujer aquella, / la que me dio el amor más hondo y largo. / Nunca fue mía. No era la más bella. / Otras me amaron más y sin embargo, /a ninguna la quise como a ella /”
Y termina la carta de Frank a su amiga Alina preguntándole su opinión sobre esos versos: “¿Qué te parecen? ¿Verdad que son tristes y significativos?”
Así actuaba en su fuero interno el inolvidable Frank País García, que a pesar de estar tras las rejas en espera de un juicio por sus actividades revolucionarias, era capaz también de invocar ese sentimiento llamado amor, sin olvidar la enorme responsabilidad que tenía sobre sus hombros de ser la mano derecha de Fidel en la revolución, su otro gran amor.
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