En
Santiago de Cuba particularmente, la mayoría de los once embalses del
territorio muestran insuficiencias notables, en especial aquellas presas
que abastecen a Palma Soriano y a la ciudad de Santiago de Cuba.
Por Israel Hernández Planas
Por Israel Hernández Planas
Santiago de Cuba, 18 sep.— La especie
humana, en el planeta hace frente a un desafío mortal a causa del cambio
climático. Aunque el agua ocupa más de la mitad del planeta que
paradójicamente se llama tierra, sólo el 2,5 por ciento es agua dulce.
Sin embargo más de 683 millones de personas viven sin acceso al agua potable alrededor del mundo, según el metro contador mundial de estadísticas que en tiempo real va mostrando en la red el comportamiento humano y sus efectos en la naturaleza. El agua es vida y para la humanidad, las plantas y los animales es tan vital como el aire.
No sólo nosotros la necesitamos, los suelos la demandan para ser fértiles y producir alimentos, y las industrias y los objetos cotidianos poco pudieran hacer sin este líquido.
La acción del hombre acelera los cambios naturales y con ello se altera el régimen de precipitaciones. Hoy no es difícil ver en los campos fundamentalmente la resequedad y muchos comienzan a ver el valor del líquido al que especialistas comienzan a llamarle como el oro azul.
Cuba no se exceptúa de la carencia hídrica y a pesar de que nuestros suelos se deterioran cada vez más por la ausencia de la lluvia la sed de soluciones promueve las labores que hoy ocupan a miles de especialistas para administrar los escasos recursos con que cuentan nuestras fuentes.
En Santiago de Cuba particularmente, la mayoría de los once embalses del territorio muestran insuficiencias notables, en especial aquellas presas que abastecen a Palma Soriano y a la ciudad de Santiago de Cuba. Sólo existe la disponibilidad del 27,7 por ciento de toda la capacidad provincial. Con tales cifras la preocupación creciente no da pie al inmovilismo.
Varias estrategias se han trazado por el Estado y los especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos para aprovechar lo más que se pueda los volúmenes existentes. En ese sentido las inversiones no se han hecho esperar, fundamentalmente para traer más agua de las presas a Santiago de Cuba.
Hoy se acomete la extensión de conductoras de grandes milímetros para trasvasar agua de embalses como Gota Blanca hasta el túnel Sierra Maestra por donde se encausa el agua para que entre a la ciudad de Santiago de Cuba. No es que Gota Blanca se encuentre en situaciones favorables. Esta preserva tan sólo el 25 por ciento de su capacidad pero al menos tiene agua que puede ser llevada a Santiago de Cuba. Otras como Charco Mono no corren igual suerte.
Otro sitio crucial para el funcionamiento de importantes centros económicos de Santiago es la presa Parada. Ubicada al oeste de la ciudad, en la llamada zona industrial, dicho embalse es el encargado de la entrega a parte del sector residencial y a varias entidades. Acá la sequía se ha ensañado de modo particular pues sólo el 7 por ciento de su capacidad total busca aliviar una demanda colosal.
La vigilancia extrema de los pocos volúmenes almacenados permite adoptar las medidas pertinentes para no deprimir en exceso los embalses.
La lógica básica indica que entre menos llueva y más consumamos agua los volúmenes se deprimirán mucho más.
De nuestra parte se impone el uso consciente de un recurso cuyo costo crece a nivel mundial. Mientras la lluvia se niegue a bañar la tierra estaremos bajo amenaza a nuestro funcionamiento vital.
Cuándo llegará la lluvia y si tocará a Santiago de Cuba es un misterio que no descifran ni los grandes meteorólogos. En lo que esto ocurre obremos simplemente, no en favor del medio ambiente, sino en busca de nuestra propia upervivencia.
Sin embargo más de 683 millones de personas viven sin acceso al agua potable alrededor del mundo, según el metro contador mundial de estadísticas que en tiempo real va mostrando en la red el comportamiento humano y sus efectos en la naturaleza. El agua es vida y para la humanidad, las plantas y los animales es tan vital como el aire.
No sólo nosotros la necesitamos, los suelos la demandan para ser fértiles y producir alimentos, y las industrias y los objetos cotidianos poco pudieran hacer sin este líquido.
La acción del hombre acelera los cambios naturales y con ello se altera el régimen de precipitaciones. Hoy no es difícil ver en los campos fundamentalmente la resequedad y muchos comienzan a ver el valor del líquido al que especialistas comienzan a llamarle como el oro azul.
Cuba no se exceptúa de la carencia hídrica y a pesar de que nuestros suelos se deterioran cada vez más por la ausencia de la lluvia la sed de soluciones promueve las labores que hoy ocupan a miles de especialistas para administrar los escasos recursos con que cuentan nuestras fuentes.
En Santiago de Cuba particularmente, la mayoría de los once embalses del territorio muestran insuficiencias notables, en especial aquellas presas que abastecen a Palma Soriano y a la ciudad de Santiago de Cuba. Sólo existe la disponibilidad del 27,7 por ciento de toda la capacidad provincial. Con tales cifras la preocupación creciente no da pie al inmovilismo.
Varias estrategias se han trazado por el Estado y los especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos para aprovechar lo más que se pueda los volúmenes existentes. En ese sentido las inversiones no se han hecho esperar, fundamentalmente para traer más agua de las presas a Santiago de Cuba.
Hoy se acomete la extensión de conductoras de grandes milímetros para trasvasar agua de embalses como Gota Blanca hasta el túnel Sierra Maestra por donde se encausa el agua para que entre a la ciudad de Santiago de Cuba. No es que Gota Blanca se encuentre en situaciones favorables. Esta preserva tan sólo el 25 por ciento de su capacidad pero al menos tiene agua que puede ser llevada a Santiago de Cuba. Otras como Charco Mono no corren igual suerte.
Otro sitio crucial para el funcionamiento de importantes centros económicos de Santiago es la presa Parada. Ubicada al oeste de la ciudad, en la llamada zona industrial, dicho embalse es el encargado de la entrega a parte del sector residencial y a varias entidades. Acá la sequía se ha ensañado de modo particular pues sólo el 7 por ciento de su capacidad total busca aliviar una demanda colosal.
La vigilancia extrema de los pocos volúmenes almacenados permite adoptar las medidas pertinentes para no deprimir en exceso los embalses.
La lógica básica indica que entre menos llueva y más consumamos agua los volúmenes se deprimirán mucho más.
De nuestra parte se impone el uso consciente de un recurso cuyo costo crece a nivel mundial. Mientras la lluvia se niegue a bañar la tierra estaremos bajo amenaza a nuestro funcionamiento vital.
Cuándo llegará la lluvia y si tocará a Santiago de Cuba es un misterio que no descifran ni los grandes meteorólogos. En lo que esto ocurre obremos simplemente, no en favor del medio ambiente, sino en busca de nuestra propia upervivencia.
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