Santiago de Cuba, 5 dic.— Después de caminar toda la noche del día 4, guiados por el campesino Laureano Noa, al amanecer del 5 de diciembre de 1956 los 82 expedicionarios del Granma, llegaron a un pequeño cayo de monte, cercano a un cañaveral de la colonia Alegría de Pío, donde sin tomar ningún tipo de precaución acamparon para recuperar fuerzas e ingerir galletas con chorizos, que era el único alimento del que disponían.
Casi al unísono las tropas del régimen
batistiano salían del batey de Alegría de Pío en persecución de los
rebeldes, emboscando algunos soldados en Río Nuevo y Agua Fina, los dos
posibles caminos a la Sierra Maestra, sin embargo, en este último lugar
el propio campesino que sirvió de guía a los insurrectos se ofreció para
servirle de práctico al ejército por la ruta que siguieron los
expedicionarios.
Pasado el mediodía, los rebeldes notaron un incremento del patrullaje aéreo por la zona sin prestarle atención, porque ya eso se le había hecho familiar desde el mismo momento del desembarco. Después de las cuatro y media de la tarde se escuchó un disparo que pensaban era de un tiro escapado, pero detrás cayó sobre ellos una lluvia de plomos que sería para los expedicionarios su bautismo de fuego, aunque de forma sorpresiva y en condiciones desventajosas.
El desigual combate no pudo ser sostenido y de forma desordenada los insurrectos iniciaron la retirada hacia el cañaveral aledaño, que fue incendiado por los soldados para obligarlos a salir. En medio de la confusión Fidel trató de reagrupar a los hombres, pero no pudo, sin embargo la mayoría de ellos lograron escapar, aunque diseminados en pequeños grupos. En el campo de caña de Alegría de Pío quedaron tres muertos: Humberto Lamothe, Oscar Rodríguez y Carlos Cabrera, así como un herido grave.
En cuanto a Fidel, junto con Universo Sánchez y Faustino Pérez, lograron internarse en un cañaveral próximo donde se ocultaron hasta la llegada de la noche, dirigiéndose después a un bosque cercano donde durmieron. En total, tenían 2 fusiles y 120 balas. Al siguiente día 6 de diciembre de 1956 la prensa informaba la liquidación de la expedición y la muerte de su líder Fidel Castro Ruz.
Realmente, la emboscada de Alegría de Pío, hace hoy 61 años, pudo haber sido el fin de la Revolución Cubana reiniciada por Fidel en el Moncada. Sin embargo, la voluntad, la decisión y la fe de un pequeño grupo de expedicionarios que se reunieron después y ascendieron las montañas de la Sierra Maestra, la mantuvo viva confiados sobre todo en la victoria.
Pasado el mediodía, los rebeldes notaron un incremento del patrullaje aéreo por la zona sin prestarle atención, porque ya eso se le había hecho familiar desde el mismo momento del desembarco. Después de las cuatro y media de la tarde se escuchó un disparo que pensaban era de un tiro escapado, pero detrás cayó sobre ellos una lluvia de plomos que sería para los expedicionarios su bautismo de fuego, aunque de forma sorpresiva y en condiciones desventajosas.
El desigual combate no pudo ser sostenido y de forma desordenada los insurrectos iniciaron la retirada hacia el cañaveral aledaño, que fue incendiado por los soldados para obligarlos a salir. En medio de la confusión Fidel trató de reagrupar a los hombres, pero no pudo, sin embargo la mayoría de ellos lograron escapar, aunque diseminados en pequeños grupos. En el campo de caña de Alegría de Pío quedaron tres muertos: Humberto Lamothe, Oscar Rodríguez y Carlos Cabrera, así como un herido grave.
En cuanto a Fidel, junto con Universo Sánchez y Faustino Pérez, lograron internarse en un cañaveral próximo donde se ocultaron hasta la llegada de la noche, dirigiéndose después a un bosque cercano donde durmieron. En total, tenían 2 fusiles y 120 balas. Al siguiente día 6 de diciembre de 1956 la prensa informaba la liquidación de la expedición y la muerte de su líder Fidel Castro Ruz.
Realmente, la emboscada de Alegría de Pío, hace hoy 61 años, pudo haber sido el fin de la Revolución Cubana reiniciada por Fidel en el Moncada. Sin embargo, la voluntad, la decisión y la fe de un pequeño grupo de expedicionarios que se reunieron después y ascendieron las montañas de la Sierra Maestra, la mantuvo viva confiados sobre todo en la victoria.
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