Santiago de Cuba, 5 dic.— La producción de alimentos es una de las acciones vitales para la supervivencia de la humanidad. Por ello campesinos santiagueros como Yunior Sariol Guevara le atribuyen mucha importancia a la enseñanza de la agricultura a las nuevas generaciones como tradición familiar.
Cada fin de semana este joven de 38 años
recorre los dominios de sus tierras en la localidad del Cañón con una
motivación especial. Trae a sus dos hijos pequeños al campo que el mismo
labró durante la última década. Aquí les enseña la bonaza de la
agricultura y les inculca el amor a la tierra recalcando el principio de
que el trabajo es la única fuente de riqueza.
“Lo hago en primera porque a ellos le gusta. Claro que crecieron entre animales y viéndome trabajar. He tratado de que entiendan que todos los animales y los alimentos y las cosas de la casa vinieron por todo el trabajo que se hace en la agricultura. Además del componente económico está el amor por la naturaleza y el pasar la vida rodeados de actividad agrícola”, explica Yunior.
Es una sapiencia que Yunior quiere transmitir a su descendencia tal y como la aprendió de su abuelo y su padre porque la tradición agrícola fue el germen que le indujeron. Ya luego su tesón le convirtió en uno de los mejores productores de frijoles en Santiago de Cuba, cultivo que hoy despunta en la localidad del Cañón por la aplicación de la ciencia y la técnica unida a la experiencia campesina.
“Tengo en este momento 40 hectáreas de frijoles y promedio a 1,5 toneladas por hectárea. He tratado de tener algunas variedades de las más demandadas, buenaventura, negro, bayo entre otros”, dice Sariol Guevara.
La especialización es sólo una arista de la entrega familiar a la agricultura. La diversificación tiene un peso esencial en esta finca, por ello desde el café, los cultivos varios y la crianza de animales, son renglones a lo que se dedican toda la semana, pero son los domingos los que más apasionan a Yunior Sariol por ser el momento para inspirar a sus hijos la enseñanza que hoy le convierte en uno de los buenos campesinos que tiene Santiago de Cuba.
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