Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 13 sep.— Poco más de seis meses después de haberse reiniciado la lucha por la independencia de Cuba, en 1895, el 13 de septiembre de ese años se iniciaba en la localidad camagüeyana de Jimaguayú la Asamblea Constituyente encargada de crear la República en Armas y elegir su gobierno, pasos necesarios para institucionalizar la Revolución en marcha desde el 24 de febrero.
Santiago de Cuba, 13 sep.— Poco más de seis meses después de haberse reiniciado la lucha por la independencia de Cuba, en 1895, el 13 de septiembre de ese años se iniciaba en la localidad camagüeyana de Jimaguayú la Asamblea Constituyente encargada de crear la República en Armas y elegir su gobierno, pasos necesarios para institucionalizar la Revolución en marcha desde el 24 de febrero.
A esta asamblea asistieron delegados de todos los cuerpos del ejército existentes hasta ese momento: Oriente, Camagüey y Las Villas, donde residían el 70 por ciento de los habitantes que por entonces tenía la Isla. Esos representantes, unos veinte en total, procedían de las capas intermedias de la población con un promedio de edad bastante bajo.
Sin embargo, a pesar del espíritu de los asambleístas de agilizar los mecanismos gubernamentales y darle más prioridad a la guerra, en el desarrollo de la asamblea se mostró tres tendencias fundamentales en cuanto a la estructura del Gobierno Civil a implantar, lo cual era ya un reflejo histórico del independentismo cubano.
La primera tendencia, la de Salvador Cisneros Betancourt, defendía la idea de aplicar la organización de gobierno asumida en Guáimaro en 1869. Por su parte, los delegados orientales sostenían el criterio de Antonio Maceo de que el Presidente de la nueva República debía ser el General en Jefe del Ejército Libertador, proposición con la cual estaba en absoluto desacuerdo Máximo Gómez. La otra tendencia era la de los más jóvenes, que nada tenían que ver con el pasado y que deseaban una estructura sencilla en la que el ejército y la dirección civil no se interfirieran.
Durante los días que se prolongó la Asamblea Constituyente de Jimaguayú se proclamó una nueva Constitución de la República el 16 de septiembre y se eligió un Consejo de Gobierno de seis miembros, designándose a Salvador Cisneros Betancourt como Presidente; Bartolomé Masó Márquez como Vicepresidente; Carlos Roloff, Secretario de Guerra; Severo Pina Estrada, Secretario de Hacienda; Santiago García Cañizares, Secretario del Interior y Rafael Portuondo Tamayo, Secretario del Exterior.
Una medida importante de esta nueva estructura civil para la Revolución del 95 fue obviar una Cámara de Representantes, como la de la República anterior que creó tantos problemas y finalmente fue la causante de la firma del Pacto del Zanjón con una paz sin independencia. Asimismo, los asambleístas ratificaron a Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador.
A diferencia de la Asamblea de Guáimaro en la gesta de 1868, la Asamblea de Jimaguayú, celebrada a partir del 13 de septiembre de 1895, hace hoy 120 años, fue una fórmula para la organización interior de la Revolución y aunque no fue del todo idónea permitió un mejor desarrollo de la contienda dentro del proceso nacional liberador cubano.
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