Sus
cuarenta y cinco años de vida artística trascendieron con un
espectáculo en la Sala Dolores donde se escuchó por vez primera la
palabra en concierto
Por Dayron Chang Arranz
Por Dayron Chang Arranz
Santiago de Cuba, 31 mar.— Cuando el son
de Guillén desafió la cuerda de Aquiles supe que no asistía a un
concierto común. Aquello en la Sala Dolores tuvo duende como dijera
García Lorca.
Envuelta en el mundo de sus muertos Fátima Patersson parió la poesía, hiló leyendas anónimas afrocaribeñas, y nos mostró a Santiago de Cuba en sus arterias hasta devorarse la piel bajo la luz del escenario.
Habían pasado cuatro décadas y media desde que consagrara su vida al gesto, al repique de Mafifa o a descubrir por qué come gallina el yoruba dios Orula.
Cánticos en lenguas desconocidas reunió a los amigos presentes: José Armando Garzón, Las Divas y Zulema Iglesias.
Una banda sonora le devolvió al padre Mario Patersson. El teatro le acercó a la familia y el verso tan recurrente, invocó presencias necesarias como la de Coss Causse.
Luego llegaron los agasajos de las instituciones, los artistas, de aquellos que ven en su historia un destello poético de la ciudad. Los Comites de Defensa de la Revolucion, ARTEX, la Fundación Caaguayo, el Consejo Provincial de Casas de Cultura, la Dirección Provincial de Cultura, el Consejo de las Artes Plásticas y Escénicas y la UNEAC en la figura de Reinaldo Cedeño se sumaron al homenaje.
El primer Secretario de Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en el territorio también obsequió a la creadora un reconocimiento por sus aportes a la cultura santiaguera y nacional. No faltó la comunidad y el abrazo del pueblo.
La artista se quiebra, pero una tonada de Macubá la eleva. Algunos aseguran que su palabra estuvo en concierto, pero Fátima compartió algo más: su duende, su esencia vital.
Envuelta en el mundo de sus muertos Fátima Patersson parió la poesía, hiló leyendas anónimas afrocaribeñas, y nos mostró a Santiago de Cuba en sus arterias hasta devorarse la piel bajo la luz del escenario.
Habían pasado cuatro décadas y media desde que consagrara su vida al gesto, al repique de Mafifa o a descubrir por qué come gallina el yoruba dios Orula.
Cánticos en lenguas desconocidas reunió a los amigos presentes: José Armando Garzón, Las Divas y Zulema Iglesias.
Una banda sonora le devolvió al padre Mario Patersson. El teatro le acercó a la familia y el verso tan recurrente, invocó presencias necesarias como la de Coss Causse.
Luego llegaron los agasajos de las instituciones, los artistas, de aquellos que ven en su historia un destello poético de la ciudad. Los Comites de Defensa de la Revolucion, ARTEX, la Fundación Caaguayo, el Consejo Provincial de Casas de Cultura, la Dirección Provincial de Cultura, el Consejo de las Artes Plásticas y Escénicas y la UNEAC en la figura de Reinaldo Cedeño se sumaron al homenaje.
El primer Secretario de Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en el territorio también obsequió a la creadora un reconocimiento por sus aportes a la cultura santiaguera y nacional. No faltó la comunidad y el abrazo del pueblo.
La artista se quiebra, pero una tonada de Macubá la eleva. Algunos aseguran que su palabra estuvo en concierto, pero Fátima compartió algo más: su duende, su esencia vital.
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